Por un problema de la organización, mientras empezaba Iggy and the Stooges, tuvimos que pasarle a otra persona su entrada enrollada en un canuto por un agujerito, porque hasta las diez de la noche no te dejaban salir del recinto para volver a entrar. Iggy sigue siendo el de siempre, con años colgando por doquier, pero con los mismos gestos de estrella del rock. Los técnicos de sonido se debieron de volver locos, porque a cada final de canción, Iggy lanzaba el micrófono contra el suelo. El concierto pudo no ser el mejor del mundo, pero como agitador social, el tío no tiene parangón. Frases como “Besa mi culo” (en español) y ese punto gamberro es todo lo que un asistente a un concierto de rock puede pedir. Mención especial al momento “Estoy solito”, en el que Iggy Pop pidió al público que subiera a bailar con él, como es habitual.
Pepper Pots tocaban en la otra punta del recinto. Las tres son fantásticas y muy monas con sus vestidos poppys, blancos con rayas y un punto de color, y con todos los músicos bien trajeados. Siempre una de ellas es la protagonista en cada canción, mientras las otras dos le hacen los coros. No es difícil imaginar peleas por ver quién es Diana Ross. Cada una de las tres cantantes tiene algo especial en la voz, la una un poco más áspera, la otra un poco más dulce, pero las tres empastadas quedan muy bien. No deja de sorprender lo bien metidos que están tanto las cantantes como los músicos en su papel. Si no se lo creyeran al 100%, sería imposible formar un grupo revival de este tipo. Las coreografías son geniales e invitan al público a imitarlas. Cuando bailan son una máquina de hacer gifs para nuestro foro, como diciendo con gestos “La amé” o “BAE”. Por si no nos conformábamos con todo su repertorio, casi al final salieron con un medley de las Marvelettes que causó sensación, con un ‘Mr. Postman’ que nos hizo la boca agua. liyonking1
Fotos: Carles San Agustín para Cruïlla.