Los asistentes del BBK Live accedieron al recinto el sábado con la sensación de que la última jornada, quizás por la ausencia de un claro cabeza de cartel, iba a ser la menos atractiva de todo el festival. Aún así, el buen hacer de Glasvegas, Eli «Paperboy» Reed y, sobre todo, Garbage consiguieron salvar la última jornada de un festival que, en esta edición, se ha caracterizado por intentar afianzar su prestigio gracias a un cartel mucho más compacto y solido que en años anteriores. La calidad de los grupos, el aumento de la cantidad de escenarios así como el riesgo que han corrido haciendo coincidir el festival con el FIB y el éxito de asistencia que han tenido, han servido para que el BBK Live haya dado un paso de gigante a la hora de afianzarse dentro del circuito festivalero nacional. Ahora, solo falta que dejen de «maltratar» a los asistentes con el asunto de tener que cambiar el dinero por monedas del festival y con el hecho, ofensivo de todas todas, de que en las barras no devuelvan los cambios. Otro tema a mejorar, aunque quizás venga dado por la localización del recinto, es que los asistentes tengan que recorrer casi 1 kilómetro cuesta arriba para llegar.
A las 21.00 coincidieron Supersubmarina, Glasvegas y The Big Pink. En la Carpa Vodafone los andaluces comenzaron un concierto que, una vez más, volvió a llenar de fans y curiosos la carpa. Consagrados como los mesías del indie más mainstream hicieron de su último largo la base de su actuación, dejando para el final los temas que les han llevado por los escenarios de toda España. Además del mencionado hype, utilizaron su pose para encantar a damas y caballeros e incluso llegaron a pedir palmas por separado al personal. Patético y atrayente a partes iguales.
Keane puso el toque de pop insustancial y cursi con una propuesta agradable para escuchar pero que, salvo los éxitos de su primer disco, no consiguió llegar a los asistentes. Correctos en cuanto a sonido, carentes de cualquier atisbo de actitud en el escenario, y con un Tom Chaplin desplegando su virtuosismo vocal, los ingleses ejercieron de teloneros de Garbage con oficio.
Antes de que Garbage acabara su actuación, los donostiarras Lauroba comenzaban a tocar en la Carpa Vodafone. Parecían sentirse un poco fuera de lugar tocando en un festival de la magnitud del BBK Live. No supieron dosificar su repertorio y soltaron su mayor éxito “Ez Nintzen Irten Behar” a las primeras de cambio. Grupo repetitivo de rock vasco donde los haya, congregaron al público amigo que pueden llevar a cualquier Gaztetxe.
Mientras tanto, el grupo “revelación” Sum 41 volvían a Bilbao en menos de 6 meses a recordar que todos hemos sido quinceañeros y que gracias a Dios la mezcla punk-pop ya no está presente entre nosotros. Nicolás del Moral, Íñigo Díez.
Fotografías: Musicsnapper & Tom Hagen