Low Cost 2012: domingo

La última jornada del Low Cost transcurrió con normalidad y algo más tranquila que los días anteriores. Hecho que no impidió que el suelo de hierba del complejo deportivo acabara arrasado después de los tres días de conciertos, aunque hasta el último momento siguió siendo una buena opción para sentarse a descansar o comer algo tranquilamente. Hablando de comer, cabe destacar la variedad culinaria que podía degustarse en el festival en contraste con lo que fue la primera edición: desde los clásicos bocadillos, pizzas, perritos o hamburguesas hasta crêpes caseros dulces y salados, tallarines de trigo, fideos de soja con salsa picante y hasta el delicioso sushi de la zona VIP. Eso sin olvidarnos del puesto de helados o de cafés.

Para los asistentes más tempraneros el bus Red-Bull ofrecía conciertos de grupos menos masivos a partir de las seis de la tarde y a las horas indicadas siempre era buena opción dejarse caer por el escenario Sol Música, donde muchos de los artistas de los escenarios principales ofrecían conciertos acústicos, cercanos y originales. El obligado paso por los puestos de merchandising nos llevó a conocer a Joaquín Ladrón, que comparte autoría con Moderna de Pueblo del diseño del merchandising oficial de Low Cost. Por último, uno de los puntos más interesantes del festival -fuera del cartel- era el escenario de la Karaoke Rock Band, donde cada noche cualquiera podía ser la estrella cantando en directo acompañado de una banda. Al final de la noche, los mejores tenían premio.

McEnroe fueron los primeros en salir al escenario Lower en la recta final del Low Cost. Ya fuera por el cansancio o por el simple hecho de que al ser domingo muchos habrían de volver a sus respectivos hogares, no había mucha gente viendo a la banda de Ricardo Lezón, pero esos afortunados tuvieron la oportunidad de emocionarse con las preciosas canciones de su repertorio. ‘La cara noroeste’, ‘Los valientes’, ‘Tormentas’ o ‘Los veranos’, suenen donde suenen, tienen la capacidad de hacer sentir escalofríos al más despistado y más si es en directo. Es difícil transmitir según que sensaciones en un entorno así en vez de en un teatro con asientos, pero precisamente con ese reto añadido es donde se ve que los de Getxo tienen un talento y una sensibilidad enormes.

En el escenario principal The New Raemon ofreció un concierto en el que repasó canciones de su último disco, ‘Libre asociación’, como ‘Algunas personas del valle’, ‘Consciente, hiperconsciente’ o ‘El refugio de Superman’. De trabajos anteriores no faltó el imprescindible ‘Sucedáneos’, siempre efectivo, o la versión de Nueva Vulcano ‘Mano Izquierda’. No se olvidó del proyecto junto a Ricardo Vicente y Francisco Nixon y tocó ‘Repartiendo el sombrero’ haciendo referencia a los tiempos revueltos que nos ha tocado vivir. Dando un descanso a la banda, en formato acústico sonaron ‘Tú, Garfunkel’ o la recurrente ‘Te debo un baile’, también de Nueva Vulcano. La versión de David Bazan ‘Virginia’ nos puso a todos los pelos de punta y cuando volvió la banda pudimos disfrutar en todo su esplendor de ‘Soñar la muerte’. Un concierto de lo más fresco para el festival, que resultó ser toda una muestra de elegancia.

Los directos de Bigott se han convertido en toda una fiesta que es recomendable no perderse. Con Paco Loco, Muni Camon, Esteban Perles y Clara Carnicer concentrados en el centro del escenario Lower, Bigott hizo despliegue de todas sus aptitudes sobre el escenario con temas de sus tres últimos álbumes. Al llegar a ‘Kinky Merengue’ o ‘She’s My Man’ el show se convirtió en una performance que invitaba a moverse sin control y a dar rienda suelta a la carcajada más natural. Los tintes electrónicos llegaron con ‘Cannibal Dinner’, con la que el público no dejó de botar y corear la pegadiza melodía. El giro en temas como ‘New York S’Eveille’ y ‘Oh, Clarin’ con bases electrónicas es todo un acierto que hace que no decaiga el directo en ningún momento. No es de extrañar que al terminar la gente pidiera más y la banda volviera para interpretar ‘Dead Mum’ y ‘Bar Bacharach’. Uno de los espectáculos más divertidos que hemos visto en el Low Cost (antes de ver lo que nos esperaba con Kakkmaddafakka).

Jugando cerca de casa, La Habitación Roja ya tenían un as en la manga para que su concierto saliese a pedir de boca. Con un buen número de asistentes ante ellos, presentaron una vez más las canciones de ‘Fue eléctrico‘ (2012), como ‘Indestructibles’ o ‘Ayer’, junto con otras de su veterana carrera en esto del indie nacional, como ‘Voy a hacerte recordar’, ‘La edad de oro’, ‘Nunca ganaremos el mundial’, ‘El eje del mal’ o ‘Van a por nosotros’, con arenga política incluida por parte de Jorge Martí, quien invitaba a rebelarse contra lo que está pasando en España actualmente. El frontman estaba especialmente eufórico y agradeció al resto de la banda el mero hecho de estar tocando junto a él, comentando que aún merece la pena venir desde el norte (vive en Noruega) para tocar con ellos. Tanta euforia, demasiada tal vez, provocó que algún tema sonase un poco destartalado y llevó a Martí incluso a abrirse los botones de la camisa de un tirón y lanzar la guitarra contra la batería en el último tema. El público ya estaba reaccionando positivamente, bailando y coreando como los de L’Eliana merecen ya de por sí, sin tener que liarla.

No pudimos ver completo el concierto de Jero Romero, que presentó su trabajo en solitario . El que fuera líder de Sunday Drivers iba acompañado con una sección de cuerdas tanto eléctricas como acústicas (incluían contrabajo y ukelele). Para no estar muy puestos en sus canciones el repertorio no sonó del todo mal, recordando a las canciones más desnudas de los mencionados Sunday Drivers. Terminaron con una bonita interpretación de ‘Túmbate’ aplaudida por el reducido público que optó por ver a Jero Romero alejado de la masa que corrió a ver a Kasabian.

Kasabian, tercer y último cabeza de cartel, llevaron al Budweiser sus nuevos temas, contenidos en su reciente ‘Velociraptor!‘, además de algunos de los que contienen su debut, ‘Empire’, o ‘West Ryder Pauper Lunatic Asylum’. Una característica de los británicos es que al trasladar los discos de estudio al directo, estos ganan en pegada, suenan mucho más rockeros e intensos y su cita festivalera en Benidorm no fue una excepción: nos hicieron vibrar y dar saltos nada más salir a escena e interpretar ‘Days Are Forgotten’ y dar continuación a ésta con ‘Shoot The Runner’. También fueron muy celebradas otras como ‘Underdog’, ‘Club Foot’ o ‘Fast Fuse’, la cual enlazaron con una versión de la archiconocida ‘Misirlou’ de Dick Dale. Tom Meighan y Serge Pizzorno, ejerciendo de doble cabeza visible, además de turnarse con las voces, animaban a la muchedumbre sin cesar y eso que si se hubieran quedado quietos la gente hubiera seguido dándolo todo, pues sus composiciones se sostienen por sí solas. Con ‘Lost Souls Forever’ concluían la primera parte de su set, pero volvieron para un bis en el que solo quedaba bailar, con ‘Switchblade Smiles’, ‘Vlad The Impaler’ y coronado por ‘Fire’, que terminó de desatar la locura. La muestra de agradecimiento de Meighan con una versión de ‘She Loves You’ de los Beatles a capella una vez se despedía la banda lo dijo todo, no sólo de lo vivido por los presentes, sino también por ellos mismos.

A estas alturas ya sabemos que Triángulo de Amor Bizarro es sinónimo de trallazo y para los que no lo supieran, los gallegos pusieron su apisonadora sónica a funcionar una vez más en el escenario Lower. Hicieron honor a ruidosos entre los ruidosos y además con grandes melodías, dieron bien de guerra con ‘Amigos del género humano’, ‘De la monarquía a la criptocracia’, ‘El crimen: cómo ocurre y cómo remediarlo’ e ‘Isa vs. el Partido Humanista’, con una letra muy pertinente estos días y cantada/gritada con la habitual rabia de Isa Cea. Siempre grandes, siempre efectivos.

El público nacional sigue enamorado de Vetusta Morla y parece que la relación va para largo, ya que el número de asistentes que había en el escenario principal parecía superar al de los que habían estado un rato antes con Kasabian. Pucho, quien tuvo al respetable en la palma de la mano en todo momento, agradeció el gesto de quedarse a esas horas pese a que al día siguiente hubiese que ir a trabajar. Casi siempre que les hemos visto actuar han salido vencedores del envite y para mas inri, la noche del domingo les vio escalar un peldaño más, pues estaban especialmente inspirados, en perfecta consonancia con sus múltiples seguidores. Su dilatado set (probablemente el concierto más largo de todos los presenciados, con hora y tres cuartos de duración) estuvo formado por hits de ‘Un día en el mundo’ y ‘Mapas’, con ‘El hombre del saco’, ‘Valiente’, ‘Copenhague’, ‘Autocrítica’ y (sobre todo) ‘La cuadratura del círculo’ entre las mejores.

El final del Low Cost se iba acercando con Putilátex y su divertido directo, donde no dejaron de interactuar con el público, jaleando a los asistentes («¡¡Qué gente mas guapa, COÑO!!») y donde cada tema superaba la tralla del anterior. Con los noruegos Kakkmaddafakka llegó el despiche general. Una banda de tíos descamisados que más que dar un concierto en un festival parecen estar de despedida de soltero. Su actitud fiestera y desenfadada animó a un público con pocas ganas de irse a dormir. «We-don’t-want-to-sleep» coreaban los miembros de la banda a los que se unieron todos los asistentes. Sonaron divinamente ‘Restless’, ‘Your Girl’, ‘Make The First Move’ o ‘Is She’. Aunque lo mejor fueron los coristas con sus coreografías tan estudiadas y su pose de hombres objeto. Por último, en el escenario Lower Le Corps Mince de Françoise ofrecieron un directo sin complejos, como de andar por casa, pero con un gancho terrible. Angèle, quietmansmiling

Fotos: JNSP

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