Hemos leído y hablado sobre el concepto del nuevo álbum, ¿pero en qué momento os disteis cuenta de que teníais entre manos un disco doble?
No nació con la intención de ser doble. Hicimos unos días de premaqueta en noviembre y de allí salimos con 22 canciones y algún boceto. Descartamos muchísimas, para que salieran 16 al final más dos instrumentales, que hicimos luego en el estudio. Descartamos 8 o 9 temas. Ha sido un disco de difícil elección.
¿Os ha influido la confianza en vosotros mismos para lanzaros con esta aventura? ¿Os habríais atrevido si no fuerais tan famosos?
(risas) Bueno, no era uno de los argumentos primordiales para hacer el disco doble, el hecho de ser famosos…
Me refiero a que de un grupo poco conocido nadie va a escuchar un disco doble…
Tienes razón en el sentido de la confianza. Estás completamente en lo cierto. Tienes la posibilidad de hacerlo, tu compañía te escucha y te lo permite…. 16 o 18 temas son más días en el estudio que no estaban presupuestados y que hemos tenido que pagar en parte, pero tienes esa seguridad en ti mismo. Después de tres años lejos del estudio, no nos veíamos haciendo un disco de 10 temas, que es un disco corto. Habíamos estado demasiado tiempo en la carretera y patear 10 temas durante 2 años es demasiado. Con un disco doble, tenemos un repertorio más flexible. Y de cara a los seguidores, cuanto más material tengan, mejor. No queríamos meter temas de relleno, sino que son temas que de verdad pelean por estar en la posición en que juegan.
¿Cuál creéis que fue el punto de inflexión hacia vuestra popularidad?
Ha sido todo muy gradual. ‘John Boy’ era un pistoletazo gordo, pero para nosotros, desde dentro, todo ha sido poco a poco. Pasamos de tocar para 20 personas, a tocar para 120 el año siguiente. Medio año después para 500… Lo hemos vivido de forma muy bonita. Sí ha habido algunos puntales en que vimos que todo se estaba disparando. En Facebook de repente pasamos de 30.000 seguidores a 160.000. En el Low Cost, cuando al principio era en el centro de Benidorm y tocábamos en una plaza de toros, tuvimos más gente que el grupo que era después, que eran Editors, que llevaban un montaje espectacular y el disco era cojonudo. Ese verano nos llamaban de pueblos de Galicia y llenábamos la plaza de ese pueblo. Fueron pequeños detalles que nos hicieron ver que lo que teníamos entre manos no era tan pequeñito sino que ya llegábamos a muchísima gente.
¿Cómo pudisteis dar la fecha de lanzamiento del disco nuevo sin el disco terminado?
Te voy a ser sincero. Nosotros no teníamos intención de poner una fecha límite. En noviembre la compañía nos exigió una fecha orientativa para poner algo en prensa, para organizar la promo de la agencia. Dijimos que en abril, pensamos que eran suficientes meses, pero no lo teníamos muy claro. Luego nos dimos cuenta de que estábamos pillados de tiempo. La realidad acaba siendo otra: no pensamos que fuera a ser un disco doble. No fue premeditado. Dijimos: «bah, pues en abril». Tenemos muchos defectos pero la virtud es que a las adversidades intentamos sacarles algo de provecho. Entonces, se nos ocurrió colgar algunos temas en Spotify y Youtube para ver cuál era la situación.
Os la jugasteis con tanto single y canciones, ¿no os daba miedo que ninguna despuntara mucho?
Aquello fue la necesidad de dar un material para que la gente escuchara lo que estábamos haciendo porque habíamos puesto una fecha y el disco al final salió un mes más tarde, en mayo. Eran temas muy dispares, ‘wio’, ‘El hambre invisible’ y ‘Los seres únicos’. No conocíamos a nadie que hubiera hecho algo así. Normalmente los grupos imitan estrategias, pero un grupo no tiene nada que ver con otro. Igual lo que nos va bien a nosotros no le va bien a Supersubmarina y lo que le va bien a Sidonie no nos va bien a nosotros.
Hay detalles muy cuidados en vuestras canciones más épicas, como ‘wio’, ¿es consecuencia de la influencia internacional, de algún productor en concreto, de tantos años de trabajo…?
Evidentemente no estamos exentos de influencias. Somos músicos que escuchan otras cosas. Aprendemos de discos que van saliendo. Aunque muchas veces pretendes hacer un tema de una manera y ese tema va tomando las riendas de su propia realidad. A veces me da la sensación de que me dedico sobre todo a quitar paja de los temas para hacer que brillen. Como ‘Nada’ o ‘Clinícamente muerto’, a los que les quitamos capas porque la realidad es que necesitaban esa desnudez. Te conviertes en un artesano. Estás trabajando con Ricky Falkner, o los productores que han trabajado en este disco, Santos Berrocal y Florenci Ferrer, dueños del sello donde graba Sidonie y tanta gente, como Catpeople, y te das cuenta de que hay que dejar respirar el tema con su propia vida. Hay gente como Sufjan Stevens, Mumford & Sons, grupos que tienen que ver poco con nosotros, que nos han enseñado mucho. También más cañeros como Broken Social Scene, TV On The Radio… grupos con otro tipo de producción muy diferente, pero con ideas que intentas adaptar para tu música.
Este disco suena menos nítido, más sucio, menos pulcro que el anterior, ¿a qué se debe?
Estás completamente en lo cierto. ‘Cuentos chinos’ era un disco muy pulcro, muy cristalino y en directo era más bruto, más visceral. Las canciones salían más de las entrañas, ‘Los colores de una sombra’ sonaba más dura que en el estudio. Esa crudeza nunca la habíamos conseguido plasmar en el disco y ahora queríamos tender a eso, a lo que la gente vio en la gira ‘1999’. Hemos grabado muchas cosas en directo, si no nos gustaba una guitarra, cambiábamos el ampli, la posición de los micros, pero no añadíamos cosas digitales al final. Buscábamos un golpe de caja seco y no con el ordenador, sino con la posición de la caja, con los distintos micros… Si tú lo has notado, es que no íbamos mal…
‘Si tú me dices Ben, yo digo Affleck’ me parece una estupidez tan grande de canción… Una payasada total, aunque a mí me encanta. ¿De vez en cuando hay que meter una broma para aligerar la parte más épica? ¿Cuán en serio os tomáis a vosotros mismos?
Somos conscientes de la realidad que tenemos, de nuestro carácter bipolar. Son muchas horas en la furgoneta y nos han pasado cosas muy bonitas y hemos tenido grandes dramones. A los 5 minutos del dramón, siempre ya hay alguien haciendo bromas sobre lo que sea. Y eso nos ha ayudado a sobrevivir, a no tomarnos muy en serio, porque como decía un compañero, un drogadicto entrañable: «todo lo que sube, baja». Entre nosotros lo llevamos como algo normal, no como forzado. Somos muy cafres y eso nos ha ayudado a ser quien somos. En este disco la verdad es que queríamos evitar canciones como ‘Si tú me dices Ben’ o ‘Toros en la Wii’. Queríamos hacer un disco sobrio, pero al final es ineludible por el carácter del grupo. No puedes dejar de ser honesto. Somos así, como ‘667’, ‘Toros’ o ‘Si tú me dices Ben’. Para mí la comedia no es un género menor, no se desprestigia la canción. La ironía es ácida y le da chispa a una conversación, el humor denota cierta inteligencia… No hay otro grupo en España que pueda jugar con esta dualidad de grupo cachondo y grupo serio. Quizá una mezcla entre Golpes Bajos, canciones que hablaban al alma, y Siniestro Total, que también tenían el punto cafre y cachondo.
¿Hay algo de personaje cuando subís al escenario?
Bueno, evidentemente siempre hay una parte de teatralidad. No hay que olvidar que todo es un show, todo esto no es más que entretenimiento. La gente viene a pasar hora y media de diversión y el formato es parecido al del teatro, como un momento de evasión. Igual que ponemos luces, sí te digo que nosotros nos convertimos en alguna parte de la gira anterior en personajes de un circo ambulante, un poco Monty Python. Teníamos ganas de hacer lo que hicimos. En esta gira estamos mucho más sobrios, con los temas del último disco. También, dejas de ser un personaje cuando estás escribiendo, en ese momento simplemente haces las cosas lo mejor que puedes. Pero en directo esa energía, la adrenalina, es imprescindible, como pasaba en Roma.
¿Tenéis más vídeos ya pensados?
Estamos hablando con varios directores. La intención era, después de con Lyona, que veíamos que era imprescindible que fuera ella quien facturara el primer vídeo, hacer alguno para ‘wio’, ‘Si tú me dices Ben’ y ‘El hambre invisible’. La realidad es que los vídeos los tenemos que pagar nosotros, por lo que hay que hablar largo y tendido con el director. Lo que solemos hacer es que le pasamos el disco al director y le decimos: «¿cuál te gusta?». Preferimos creer que el director se va a implicar más escogiendo qué tema le gusta. A la vez estamos hablando con un par de directores que prefiero guardarme para hacer los vídeos que te he dicho.
¿Cómo es esto de que te tienes pagar parte del disco y los vídeos y luego la discográfica te presiona sobre las fechas de edición?
(risas) Es una situación muy extraña. La discográfica Musicbus es pequeña…
Ya, hombre, lo pregunto un poco de broma…
Ya te digo que es una situación atípica, son tiempos muy difíciles para la industria de la música, supongo que lo sabes, con lo del IVA… Tienes que pensar que como creías que era la industria cuando tenías 18 años, ya no es. Hoy en día hay muchas bandas con muchísimo valor, que intentan salir con Verkami y este tipo de sitios. Tienes que intentar sacar energía y coraje para estas cosas.
¿Cuál de vuestros primeros discos recuerdas con más cariño?
Personalmente ‘Maniobras de escapismo’. Yo con el grupo llevaba tocando desde 2000, pero era músico de estudio como ahora Dani, nuestro teclista. En 2005 Santi me dijo que formara parte de la banda. Empecé a componer entonces y le tengo muchísimo cariño a ese disco. Recuerdo que para nosotros era como el último disco de Love of Lesbian, decíamos que ya lo dejábamos, lo recuerdo con mucha inocencia, tanto nosotros como Ricky. De verdad, lo recuerdo especialmente. Luego la canción ‘Domingo astromántico’, que cuando empezó a sonar en el estudio, se convirtió en algo muy elegante y señorial, muy cuca, muy diferente a como venía como demo. Decíamos: «Vaya temazo hemos hecho. ¿Somos nosotros realmente?» (risas)