Santander Music 2012: sábado

Sería imposible no comentar que hubo una invitada inesperada (o no tanto, que el cielo se mantuvo encapotado desde primera hora de la mañana) a la última jornada del Santander Music Festival: la lluvia. Pero ello no fue impedimento para que miles de personas se agolpasen en las primeras filas del escenario principal, aguantando estoicamente contra la lluvia, para disfrutar del que podría considerarse como el día grande de esta edición. Una edición que, según datos de la organización, ha conseguido aglutinar a más de 13.600 asistentes durante los tres días que ha durado, y que ha supuesto una diferencia palpable con respecto a otras ediciones gracias a nuevos servicios como la zona de acampada próxima al recinto de la Campa de la Magdalena. Una zona que, todo sea dicho, es un auténtico lujo: disfrutar del concierto en semejante paraje y tan cerca del mar es siempre bienvenido, incluso aunque los rigores climatológicos parezcan empeñados en aguar la fiesta (algo que, por suerte, no consiguieron).

Hace algunos años ya que Love Of Lesbian son auténticas estrellas, y más en lo que a festivales se refiere, en los que son capaces de atraer a gran parte de la extensa base de fans que han acumulado con el paso de los años (y que, para qué vamos a mentir, nada hacían presagiar sus primeros trabajos). El grupo derrocha carisma y saber hacer sobre el escenario, así que sí es cierto que resultaba algo extraño que fuese un grupo como este el que daba el pistoletazo de salida a la última jornada festivalera. Santi Balmes no dudó en expresar alguna vez su malestar con respecto al horario en el que les había tocado actuar, y agradeció a sus fieles su pronta y diligente asistencia, premiándoles con varios momentos inolvidables. Destacó especialmente ‘La Noche Eterna’, que compitió en emotividad con una bellísima versión de ‘Allí donde solíamos gritar’, que primero cantó Balmes casi en solitario para después dar paso al resto de los instrumentos. Si a esto sumamos que sonaron dos de las canciones preferidas del respetable (‘John Boy’ y ‘Algunas plantas’) y que la última parte del concierto fue bastante bailonga, no es de extrañar que el público rugiese en busca de un esperadísimo bis del que, por desgracia, nunca pudimos disfrutar.

Para cuando Brianda DJ pisaba el camión de Red Bull donde se iba a desarrollar su set, la lluvia hacía acto de presencia. Pero la nieta de la Duquesa de Alba no se achantó, e hizo uso de la sombrilla que había en el escenario para guarecerse de la lluvia. Hemos de decir que, pese a su ascendencia noble, se mojó como todo hijo de vecino, pero lo importante aquí es que sorprendió bastante con su selección. Entre otros sonaron El Guincho y Triángulo de Amor Bizarro, y sus posteriores apariciones no hicieron sino confirmar que tiene un gusto bastante respetable para la música. Nunca lo hubiésemos dicho.

Los encargados de recoger el testigo eran Clap Your Hands Say Yeah, y para ese momento la zona del público se había convertido en un mar de paraguas. Encima era francamente difícil aguantar bajo la lluvia si no te habías hecho con un chubasquero antes de entrar al recinto, así que el concierto quedó algo deslucido. No se puede decir, sin embargo, que los de Brooklyn no se esforzasen para dar lo mejor de sí, pero de nada sirvió que empezasen con ‘Satan Said Dance’, que ‘Maniac’ gane enteros en vivo o que tocasen ese viejo hit que hay que ir recuperando a la de ya, ‘The Skin Of My Yellow Country Teeth’: la lluvia fue la verdadera protagonista del show, y más cuando, con la que estaba cayendo, el grupo salió del escenario con la intención de que el público le pidiese un bis. ¡Pero si estaba cayendo lo más grande!

Claro, que no hay mal que cien años dure, así que la lluvia decidió dar un respiro para cuando llegaba el turno de Vetusta Morla. Aunque no hubiese importando que hubiese seguido lloviendo: cientos de personas aguantaban el chaparrón como podían por tal de ver a los de Pucho lo más cerca posible. La banda se centró en ‘Mapas’, su último LP, y viendo su directo es fácil entender el porqué de su éxito: sonaron contundentes y arrolladores, y arrasaron con todas sus canciones al tiempo que se deshacían en elogios hacia el público (Pucho dio las gracias a los asistentes por haber aguantado, y bromeó diciendo que, para la gente del norte, el agua que caía del cielo no eran más que «migajas»). Cabe destacar, de entre todas las canciones del set, cuatro de ellas: ‘Sálvese quien pueda’, que siempre es un éxito; ‘Baldosas amarillas’, una de las más emotivas, ‘La cuadratura del círculo’ como final de excepción de la actuación y sobre todo ‘El hombre del saco’, que con gusto dedicaron a «aquellos que han subido el IVA de los conciertos al 21%».

A Sidonie les cayó el difícil papel de reenganchar al público tras el impecable concierto de Vetusta Morla, y se puede decir que lo intentaron con todas sus ganas. Fueron los únicos que pusieron un poco de atrezzo al escenario, con una réplica de la portada de ‘El Fluido García’, y se desvivieron en piropos a Santander, «la ciudad más elegante de España». Pero quizá su único fallo fue que, en lugar de ponerse verdaderamente psicodélicos, que es donde el grupo parece sentirse cómodo ahora mismo, intentaron virar su propuesta hacia su lado más pop, algo que no les ayudó en absoluto a conectar con el público. Y mucho menos cuando se entregaron a provocaciones un poco antiguas como escupir agua, hacer equilibrios sobre la batería o que dos miembros de la banda se besen en la boca. Por suerte tienen algunas canciones con las que el público vibró (‘Un día más en la vida’, ‘El bosque’), pero fue verdaderamente ‘El incendio’ con la que se llevaron el gato al (otra vez) agua.

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