El británico Anthony David Scott comenzó trabajando en el mundo de la publicidad, en la productora de su hermano Ridley, y, tras algún escarceo televisivo, acudió a la llamada de Hollywood. Debutó con ‘El ansia’, una película de vampiros protagonizada por David Bowie, Susan Sarandon y Catherine Deneuve, un fracaso de público y taquilla en su momento que, años después se hizo famosa, además de por la popular escena de sexo lésbico entre las dos actrices, por convertirse en un film de culto para los amantes del género fantástico y una referencia por su estética y diseño de producción.
Su falta de éxito le llevó de nuevo al mundo de los anuncios televisivos hasta que, un par de años después, Jerry Bruckheimer contara con él para dirigir la icónica ‘Top Gun’, una película con un valor comercial inversamente proporcional a su calidad cinematográfica, todo un bombazo internacional que acuña como pocas la estética cinematográfica de los años 80. Con ella, al fin Tony alcanzó el éxito que su hermano le había prometido, pero su cuestionable calidad suponía una constante comparación con los filmes de su hermano en la que el primero salía perdiendo, un estigma del que nunca se libró. Sin embargo, a él no parecía preocuparle y cumplía su cometido con corrección en blockbusters como ‘Superdetective en Hollywood II’, ‘Días de trueno’, ‘Marea Roja’, ‘El último boy scout’ o ‘Juego de espías’.
Su obra cumbre, artísticamente hablando, fue posiblemente ‘Amor a quemarropa’, un fabuloso guión de Quentin Tarantino cuya violencia fue trasladada a imágenes por Scott con una potencia visual inusitada, con esa estética de videoclip musical que sirvió de referente para el cine comercial de toda la década de los 90. Aunque en la pasada década siguió dirigiendo películas con una repercusión discreta (el remake de ‘Asalto al tren Pelham 1 2 3’, ‘Déjà vu (Cambiando el pasado)’, ‘Domino’), en los últimos tiempos había logrado el éxito como productor de series de ficción televisiva de considerable éxito como ‘Los pilares de la Tierra’, ‘Numb3rs’ o ‘The Good Wife’.