Recapitulemos: en 1982 Gira funda Swans, una banda entre el arrebato post-punk y el ruidismo industrial, que disolverá en 1997. Una cosa que los diferenciaba entre la parroquia industrial es que esconden cierto halo poético en la aridez de su música. En realidad, sus largos desarrollos instrumentales recuerdan más a la inmensidad de un desierto durante el crepúsculo que al imperio de la máquina. Tras la disolución de Swans, Gira proseguía su carrera bajo su propio nombre y con Angels of Light -mucho más tendentes hacia el folk-, además de fichar para su sello, Young God, a gente como Devendra Banhart o Akron/Family. Pero en 2009 siente que las nuevas canciones necesitan el viejo traje de Swans y pone en marcha otra vez la maquinaria, reuniendo a parte de sus antiguos compañeros -él es el único miembro permanente en la historia del grupo- y poniéndose manos a la obra.
El doble disco ‘The Seer’, al igual que ya hiciera ‘My Father Will Guide Me…’, entronca la tradición de los Swans seminales con las vistas de Michael Gira en solitario o con Angels of Light. Los abrasadores drones -bloques musicales compactos y que se repiten de manera continua sin muchas variaciones- de la canción que da título a la obra, un monstruo de media hora, pero también de ‘Avatar’ o ‘A Piece Of The Sky’, suenan como unos Godspeed You! Black Emperor apocalípticos dirigidos bajo la batuta de David Eugene Edwards -16 Horsepower, Wovenhand-. Campanas, percusiones antediluvianas, guitarras enmarañadas, golpes, todo funciona milimétricamente. También hay espacio para canciones más «convencionales», como la fantástica ‘Lunacy’, que abre el primer disco y en la que participan Alan Sparhawk y Mimi Parker, de Low, o ‘Song For A Warrior’, que hace lo propio con el segundo disco y que es cantada por Karen O, cuya dulzura contrasta con la voz cavernosa de Gira. Otros insignes invitados para la ocasión son Akron/Family y Grasshopper, de Mercury Rev.
La principal dificultad de ‘The Seer’ es que una obra de este tamaño -no en vano Gira afirma que le ha llevado treinta años construirla- no encuentra un fácil hueco en nuestra cotidianeidad, en nuestra rutina diaria. Necesita ser escuchada, al menos cada una de las partes, de principio a fin, pues cada pista constituye un crescendo en la tensión hasta acabar en un final desdibujado en el que la sólida estructura de cada parte se diluye en un magma amorfo, como si se fuera por el desagüe. No se puede tener como música de fondo sino que uno necesita dejarse llevar por completo por la experiencia de su escucha para poder apreciarla, y encontrar dos horas en nuestras ajetreadas vidas (aunque no sean seguidas) es bastante complicado.
La otra dificultad añadida es que, visto de lo que son capaces en directo, el disco puede parecer un pálido reflejo. Es raro que una casa tenga un equipo de 10.000 watios para conseguir que la locomotora Swans te pase por encima -eso es lo que sentí yo en directo- y si lo tiene es más raro aún que los vecinos te dejen usarlo. Así que habrá que esperar ansiosamente a que la banda aterrice en nuestro país para vivir esas sensaciones. Sin embargo, la experiencia de ‘The Seer’ enlatada es otra: su contundencia se basa en las poderosas imágenes que crea en la mente de quien lo escucha, y se van asimilando lentamente, dejándose reposar. Realmente merece la pena buscarse un hueco en nuestro quehacer diario, preferentemente al atardecer -yo escogí vagar por la ciudad sin rumbo fijo-, para poder disfrutar de esta obra monumental.
Calificación: 8,5/10
Lo mejor: ‘Lunacy’, ‘The Seer’, ‘Avatar’
Te gustará si te gustan: Sunn O))), Godspeed You! Black Emperor, Wovenhand, The Birthday Party, The Fall
Escúchalo: NPR