‘Cocina Indie’ alcanza su segunda edición

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‘Cocina Indie’ alcanza su segunda edición

Este año ha llegado al mercado otro de esos libros gastronómicos dispuestos a acabar con dos ideas: que la buena cocina es cosa de abuelas y que las recetas tienen que ser una aburrida y fría ficha comentada por un robot y llena de ingredientes que no conocéis ni tú ni tu frutero de toda la vida. JENESAISPOP apostó en su momento también por esta idea, pero mejor no lo recordemos. La noticia es que, en sintonía con el éxito de ‘El Comidista‘ de El País, que ya sugería un buen disco para cada una de las recetas planteadas, se ha lanzado ‘Cocina indie’.

El título del libro publicado por Lunwerg Editores parece pensado para atraer la atención del público que se acerca por Fnac y tiendas especializadas similares, y de esta manera es probablemente como ha terminado en más de dos mil pares de manos, disfrutando ya estos días de una segunda edición. El proyecto pertenece al periodista Mario Suárez (Dominical, Rolling Stone) y Ricardo Cavolo (ilustraciones para La Fonoteca, Gran Derby Records, BOA, etcétera), estando el primero a cargo de los textos, y el segundo, obviamente, de las ilustraciones.

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‘Cocina indie’ se abre con una cita de Keith Richards que habla de la música como la primera necesidad en la vida después de «la comida, el aire, el agua y la calefacción», y presenta, por tanto, una estructura supeditada a la música: las tapas y ensaladas lo han llamado EP’s, han hecho una asociación similar entre LP’s y los platos fuertes, y por último entre los singles y los postres y cócteles (aunque de manera extraña cada receta se asocia a un disco en general y no a un EP o a un single). Inmediatamente después de este índice llega un festín de imaginación que asocia las recetas de Mario Suárez con un disco alternativo de los últimos años, desde Love of Lesbian a Klaus & Kinski pasando por Cat Power, Animal Collective, Beach House y alguna cosa menos conocida como la deliciosa (ejem) Basia Bulat.

Es de agradecer que esta asociación entre artistas y comida no se haya limitado a su origen. Uno no puede evitar sonreír con ese «mojo picón sobre mesa de mezclas» dedicado a El Guincho o esa «ensalada reactable de arenques» inspirada en Björk, pero no habría dado la idea para 200 páginas. Sin embargo, en ciertas ocasiones la asociación realizada resulta demasiado naíf, como las «berenjenas rellenas de cariño y queso» para Camera Obscura, o peregrina, como ese «¿a qué huele We Are Standard? A chicle de clorofila masticado, a menta, a noches de verano». Para quizá situarnos mejor en una rutina, el libro habría agradecido una introducción, una presentación o la creación de un universo propio real o inventado a lo Juanjo Sáez.

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En ese sentido, Mario Suárez, que presenta unas recetas muy sencillas pero originales, atractivas y adecuadas para los post-adolescentes, eternos adolescentes y jóvenes en espíritu que tienden a escuchar este tipo de discos, acierta de lleno cuando se molesta en contar por qué un gazpacho le recuerda a Maga o cuando queremos intuirle cierta maldad («coliflor con almejas» para Hurts, ensaladas y verduras para «gafapastas» (sic) como Brian Hunt y su ex). Mientras, Ricardo Cavolo resuelve con sus simpáticas y luminosas ilustraciones el suplicio que supone fotografiar comida de forma profesional. Junto a los textos, los artistas referenciados y los propios ingredientes, conforman un todo de lo más coherente y destinado a un target de lo más definido. 6,5.

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