‘Groenlandia’ era tan grande que consiguió ahogar el resto de material contenido en ‘Extraños juegos’ (1980) y ‘La muralla china’ (1981), los dos discos que publicaron los Zombies, de los que, como los mayores del lugar recordarán, también era miembro Álex de la Nuez, luego en Álex y Christina. Aún faltaba tiempo para que salieran los primeros discos largos de Mecano y Pegamoides cuando los Zombies ya habían terminado con los suyos y eran pioneros actuando en la Sala El Sol. Influidas por Devo y los sonidos de la nueva ola internacional, las canciones de ‘Extraños juegos’ definieron la época, como las de los Radio Futura también debutantes por aquel entonces. ‘La energía de Plutón’ era próxima en temática e intereses a Aviador Dro, y la titular ‘Extraños juegos’ podía haber pertenecido a Kaka de luxe, por los que Bonezzi también había pasado fugazmente. ‘Aloha’ no cuesta imaginarse como un claro precedente de ‘Hawai Bombai’ e, insisto, tantas cosas que aparecen reseñadas hoy en día en blogs (excelentes) como Disco Naiveté. El segundo álbum, ‘La muralla china’, más disperso, se atrevía con coqueteos orientales (el tema que daba nombre) y más siniestros y abstractos (‘Crimen’). Aún incluía hits como ‘La máscara de Chac’.
Durante los años siguientes, conocidas son las producciones de Bonezzi para Almodóvar y McNamara en aquella patochada de disco tan divertida que contenía ‘Gran ganga’ (‘Cómo está el servicio… de señoras’), y sus colaboraciones en las primeras bandas sonoras de Pedro y otras muchas películas del cine español, logrando un Goya en 1996 por ‘Nadie hablará de nosotras’. Suya era la mítica sintonía de ‘Farmacia de guardia’ (esta tarde moría también Carlos Larrañaga). Su posterior carrera en solitario, con una trilogía conceptual iniciada en 2004 y dos discos más convencionales (especialmente el último), publicados en 2010 y 2012, no lograron el mismo reconocimiento. Sin embargo, Bonezzi no había perdido la ilusión por la música y parecía más activo que nunca. Llegó a presentar su último álbum en la Sala Caracol, apareciendo en los informativos de la televisión con motivo de la reunión con Tesa Arranz, y sus actualizaciones en redes sociales eran constantes. Ayer mismo hablaba en Facebook y Twitter sobre la subida del IVA, ofreciéndose a firmar y dedicar todo el material que se comprara a través de su página web antes del 1 de septiembre.
Llena profundamente de tristeza esa última entrada de su blog en la que hablaba sobre la influencia de Bergman y el futuro: «se abren ante mí varias puertas con posibilidades de cambios, y al final, no sé por cuál me decantaré», decía haciendo referencia a unas reformas en su estudio de grabación que iban a extenderse hasta finales de septiembre retrasando su nuevo proyecto.
Cuando estaba a punto de presentar su disco en Madrid decíamos sobre su última obra, ‘La esencia de la ciencia’, que era «el álbum que cabría esperar de un artista maduro y despreocupado de las modas, más fiel a sí mismo que a otra cosa; emparentado en intereses, temática y sonido con el Carlos Berlanga que se dejó seducir por la electrónica en ‘Vía Satélite Alrededor de…’». Perjudicado sobre todo por su producción, algo desactualizada, el disco resultaba algo irregular, pero en cuanto a melodías, idea y concepto, de alguna manera parecía acercarse a ser la obra definitiva en solitario que se había resistido durante décadas a publicar. Es una pena que tras su muerte, dada a conocer esta tarde por Efe Eme, no averigüemos si Bonezzi habría podido hacer su ‘Impermeable’, pero en cualquier caso deja detrás una obra muy amplia y más variada de lo habitual sobre la que sus seguidores podrán volver siempre.