Al final, a Bosé le ha quedado casi un “Papito y medio”: un intento por repetir la fórmula que se queda a medias. Lo más parecido a un hit son las versiones que hace junto a Juanes de ‘Partisano’ y de ‘Duende’ junto a Aleks Syntek. A no ser que las fans de Pablo Alborán terminen por tirar de su dueto en ‘Puede Ser’ o los de Sabina le encuentren la gracia a ‘Sol Forastero’. Porque por mucho que se haya puesto discotequero junto a Bimba en ‘Shoot Me In The Back’, no acabamos de ver este tema triunfando en nuestro país más allá de en algún desfile de David Delfín, director del arte del disco y de esa horrenda portada.
El resto son medios tiempos y baladas, con invitados más o menos ilustres, cantando en su mayor parte canciones poco conocidas. ‘Decirnos Adiós’ es el único tema inédito, compuesto por el hermano de Penélope Cruz para que lo interprete la actriz junto a Bosé, y del que lo mejor que se puede decir es que no desentona junto al nivel del resto del disco, donde el baile de productores da una pista de lo que va a suceder. Al igual que en la entrega anterior, son demasiadas las veces en las que Bosé se acerca al estilo del invitado más que al contrario. Un ejemplo de lo absurdo del concepto, en el que parece que cabe de todo, y donde sólo cuando Carlos Jean se coloca tras los mandos y pone a Sabina a cantar sobre una base de electrónica, parece figurar algún tipo de norte. Es justo y necesario terminar esta reseña llamando a esa máxima que reza que “nunca segundas partes fueron buenas”, sobre todo cuando la primera tampoco es que fuera un ejemplo a seguir.
Calificación: 4/10
Lo mejor: ‘Duende’, ‘Sol Forastero’
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