Así describe Limbo el álbum en la nota de prensa. Atención a la referencia del cutter: «Franc3s han vuelto a salir del cuarto oscuro cargados de pesadumbre y desazón, macabros, como un párvulo sonriente que sujeta en una mano un cutter y en otra las vísceras de su compañero de pupitre. Las letras de Alberto (entre la escritura automática, el romanticismo necrológico y el surrealismo de diván) retumban en los tímpanos evocadoras, oníricas, fatídicamente dulces, mortalmente vivas. Canciones hipnóticas que hablan de alguien que todavía respira, cines sin proyección, celos relamidos, bombas en silencio, genios desangrados, inviernos en llamas, lámparas maravillosas que se rompen de tanto frotarlas, pollos zombies, equilibristas en temporada de ciclones, “hueles tan fuerte, pero no importa”… Y bueno, para no precipitarse en el pesimismo antes de la escucha, en ‘Campanas de fuego rosa’ también se deja caer, valga la paradoja, algún destello de luminosidad. ¿Acaso los monstruos no tienen corazón?».