La banda explica que su octavo LP, grabado en Hannover durante el pasado verano, “está inspirado por la apatía ante todos estos sucesos que han plagado la escena independiente durante más de una década”. Por ello, se muestran más politizados y beligerantes que nunca en este álbum, un hecho que no sólo ha afectado a las letras, sino también a la música, más agresiva y con tonos oscuros, que refleja la manera en la que se sienten actualmente. También es notoria, pues, la sensación de unidad que hay en el disco, necesitando ser considerado y escuchado como la suma de las diferentes partes que lo forman. Esa idea de disco conceptual ya nos la han hecho sentir en anteriores ocasiones, aunque de manera más difusa, estando aquí más claro y diáfano el concepto que proponen.
Comenzando con ‘Open Doors’, no se han querido andar con chiquitas y pegan fuerte desde el principio con un tema desgarrador que apenas te deja sitio para respirar. Las guitarras suenan potentes y la batería -elemento protagonista a lo largo y ancho- golpea sin piedad. Apenas dan tiempo para reaccionar, pues tras ésta llega ‘Pinhole Cameras’ con más tempos rápidos y en la que las voces, que suelen ser melódicas, se vuelven gritos según aumenta la intensidad. Rara vez relajarán el ritmo en el disco y por ello la duración total no llega a los tres cuartos de hora, algo que se agradece, pues de lo contrario quizá se haría pesada su digestión. Dedicado a las Pussy Riot, el single ‘Up To Infinity’, cuya letra se refiere al conflicto sirio, sigue por estos derroteros e incluso es más potente si cabe, con unos riffs que van al grano sin perder la habitual magia que desprenden. Tras los aires post-punk a lo U2 del tema titular, nos acercamos a la segunda mitad del álbum con ‘Flower Card Games’, un medio tiempo que parece engañar con su comienzo tranquilo, pero gana en octanaje según se desarrolla para ponerse a la altura de la tónica general.
Con cortes como ‘A Place To Rest’, ‘Heart Of Wires’ o ‘Bright Young Things’ confirman que no van a dar tregua en esta segunda parte a la frenética dinámica que se ha adueñado del álbum: están enfadados y lo quieren demostrar. Además de éstas, destaca sobre todo la brutal ‘Catatonic’ y con ella hay que sacar a relucir de nuevo el excelente trabajo de las guitarras, poderosa arma en la banda. En medio encontraremos la atmosférica ‘Awestruck’, que recuerda las bondades de su anterior trabajo, sin desentonar con éste. En vez de marcharse con el puño en alto, terminan con la risueña ‘Time And Again’, menos asfixiante y que funcionaría como ese halo de esperanza que nos ha de quedar siempre aunque todo pinte mal, un agradable remanso de paz como coda. Probando que son unos todoterrenos, Trail of Dead han querido que ‘Lost Songs’ fuera su álbum-protesta, pisando el acelerador, pero sin perder un ápice de su personalidad y por supuesto de su calidad.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Up To Infinity’, ‘Catatonic’, ‘Open Doors’, ‘Flower Card Games’, ‘A Place To Rest’.
Te gustará si te gustan: At The Drive-In, Sparta o Les Savy Fav, pero con un punto épico.
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