Has estado de gira en otros países, como Alemania, en concreto en Berlín. ¿Qué tal ha ido?
Pues genial. La primera vez que fui a Berlín fue en agosto de 2011, cuando monté un concierto gracias a unos amigos. La gente que conocí me dio muy buen rollo y en octubre volví en condiciones mejores. En abril de este año monté minigira de tres conciertos en tres sitios nuevos y llené, y la gente parecía encantada.
¿Cómo puede ser que una artista de aquí encuentre su público sin el apoyo de un sello enorme? ¿Sobre todo va a verte gente de aquí o cómo?
Había catalanes y españoles, y la otra mitad eran alemanes. No sé cómo se acaban enterando, la verdad. Unas chicas bailarinas me contaron que me descubrieron por casualidad. También había ingleses.
La verdad es que yo vi actuar en Berlín a Sundae, y creo que yo era el único español, era un pequeño festivalillo… ¿Lo tuyo era algo así?
No, toqué sola los tres días. El tercer día después de mí había otra banda, pero era como una entrada aparte. A mí me sorprendió, ya que pagas… El otro era jazz moderno y lo mío… no sé.
¿No sabrías cómo definirlo?
Siempre digo: «escuchadlo», es un híbrido de cosas.
¿Por qué os molesta tanto a los artistas clasificaros en un género?
Me gusta decir a la gente que lo escuche y que ya verán. Creo que tengo influencia clásica, con melodías pop, pero también me da por improvisar en directo, aunque no a lo jazz… Me gustan muchas músicas, como Patrick Watson. Toqué con él en Barcelona como telonero y así le descubrí. Me quedé impresionada y ellos son muy buena gente. También coincidí con él en Berlín y me invitó a su concierto. Me gusta mucho.
¿Qué significa tocar en directo por lugares tan diferentes? ¿Es lo que más te gusta?
Cuanto más viajo, más siento que estoy haciendo lo que quiero hacer. Tocar en Cataluña está muy bien, pero salir y tener un público nuevo es emocionante. Igual he tenido mucha suerte con dónde he ido, o igual es que es algo nuevo para mí.
Magnetic Fields nos decían en una entrevista que quien diga que le gusta girar, miente…
He viajado mucho pero de gira no vamos muy lejos, apenas salimos de Cataluña. Imagino que una gira por Europa es más cansado y debe de ser un follón. De todas formas, siempre he viajado sola, me encanta, conocer gente… Me suelo quedar en casas de amigos. Ir a hoteles supongo que no está tan bien.
Esta gira que has hecho ha conocido diversos formatos, ¿verdad?
Manejo tres formatos: voy sola cuando viajo o cuando hay un piano de pared en el local. En este formato me siento un poco más libre. Me agota muy poco, es muy natural. Con la banda de batería, guitarra, pedales… tiene mucha fuerza pero has de poner más energía y atención para los otros músicos, pero bueno, me emociona ver a gente tocando mis canciones. Y luego a veces se nos une el Quartet Brossa.
¿Te es muy costoso viajar con un piano?
A Madrid vine con piano para Fotomatón porque en este bar no hay piano y veníamos en coche, pero por ejemplo en Radio 3 tienen un piano de cola, pido que lo afinen y ya está. Con lo que viajo es un teclado, con una funda muy chula para poner pedales encima. Llevo un delay conectado, un sample encima…
¿Cuál es tu piano favorito para tocar?
En Berlín he tocado con uno de cola, otro de pared, uno de ellos muy antiguo… Es distinto. Cada piano tiene un tacto diferente. Personalmente escogería uno de pared, que me gusta más cómo suena que el de cola, con sus teclas de marfil… pero cada piano tiene su rollo.
‘Magnòlia’ está dedicado de hecho a quien te regaló un piano…
A mi abuela, que hizo el esfuerzo de regalármelo porque veía que me encantaba. Es el piano con el que grabé el disco. Para los músicos es muy importante el instrumento con el que trabajas. En aquel momento no lo sabía, pero qué suerte que me compré ese piano. Si no, lo habría tenido que alquilar…
Y con este no viajas, claro…
Este está en casa…
¿Cómo es que tus padres te apuntaron desde pequeña a música? ¿Son músicos? Los míos no lo hicieron…
Iba a una escuela muy pequeña que le daba mucha importancia a la música. Mi profesora era pianista y me flipaba verla. Desde los cinco años iba a una escuela en que te enseñaban instrumentos, y yo escogí el piano. Mis padres preferían el violín y siempre me dicen: «nunca te hemos dicho que tocaras». Mi padre toca la guitarra, la flauta, canta en masías… Mi tío sí era de la era de Maria del Mar Bonet, mallorquín, y en aquella época estaba muy metido en el mundillo. Pero hay gente de mi familia que no tiene nada que ver. Hay de todo.
¿Y qué opinan de tu música? ¿Les gusta?
El día de Navidad se nota mucho. Mi tío siempre se pone a tocar y cantamos todos, y la última Navidad, fue un concierto en familia de 40 personas como en un salón. Ahí está bien tocar porque te quieren hagas lo que hagas (risas).
¿Les tocaste tus propias canciones?
Soy muy de tocar mis canciones, sí. Me cuesta encontrar versiones que me peguen. Evidentemente toco canciones de otros, pero en concierto casi no hago, sólo hago ‘Bridges and Ballons’ de Joanna Newsom, está en un disco en directo que saqué.
¿Cómo es que sacaste un disco en directo tan pronto?
No me lo planteé como «es pronto, es tarde». Me hacía ilusión porque éramos sólo un trío tocando las canciones de un disco que tiene mil capas. Y me gustaba ese contraste. Mucha gente me decía «me gusta más el directo». A mí también me pasa cuando voy a ver a amigos en directo, pienso: «qué lástima que no se grabe».
¿’Linòleum’ ya no te gusta?
Me gusta más en directo pero sí me gusta el disco, aunque hace mucho que no lo escucho. En aquel momento lo saqué súper convencida, pero para mí el tipo de producción se ha pasado. Pero en aquel momento era la manera en que quería hacerlo. Ahora tiro más por ‘Magnòlia’, que ha sido más de maqueta y menos de trabajar en el estudio.
¿Con ‘Magnòlia’ ya tenías las canciones escritas antes? Como tardasteis tantos meses en hacerlo…
Sí. Lo que pasa es que grabando ‘Magnòlia’ no fuimos al estudio cada día de ocho a ocho. Era muy relajado, los fines de semana estábamos de gira, y grabamos en mi casa y en la de mi padre, en la montaña. Una semana grabamos los pianos, el esqueleto del disco; luego las baterías, que grabamos sin claqueta porque yo quería ir más libre, pasábamos horas colocando micros; luego las cuerdas… Los arreglos los hicimos en la casa del pueblo de mi padre y yo era como: «todo lo que se pueda hacer en el campo, mejor».
¿Te gusta mucho el campo?
Se está mejor que en Barcelona, es más tranquilo. En Barcelona igual te lías si vas al bar nosequé. Para componer me fui diez días allí al campo, a esta casa.
Igual por eso te sale tanto vocabulario relacionado con el campo…
No soy consciente, pero es normal, de pequeña iba al pueblo de mi padre en la montaña y al pueblo de mi madre en Mallorca los fines de semana y los veranos. Yo nací en Barcelona pero los buenos momentos de pequeña o cuando quiero estar tranquila me recuerdan a eso. Barcelona es un lugar en el que se está bien, pero no sé si es de paso o no.
Bueno, Berlín no es muy campo… aunque haya grandes parques…
Berlín me tira por otros motivos. Es una ciudad que te permite trabajar con músicos que tienen ganas de probar cosas nuevas. No es que no esté bien en Barcelona, pero tengo más posibilidad de trabajar con danza, hay más ganas de arriesgar. En Barcelona ya trabajo con la gente con la que quiero trabajar, pero allí veo una puerta abierta. Ya veremos qué pasa cuando acabe la gira.
¿Te sientes cómoda en la escena? Lo pregunto por lo de llamar a los bares a ver si hay piano, ¿hay lugar para algo así?
Me siento cómoda haciendo lo que hago y pienso que el público ya me va conociendo y les va gustando. Yo hago lo que hago. Hablando de escenas es difícil…
¿Qué sueles escuchar?
No considero que escuche pop o clásico, me aporta mucho desde Messiaen con sus preludios para piano hasta Sufjan Stevens, que para mí es de los mayores. A Silver Mount Zion me ha aportado mucho a nivel de cuerdas. El cantante desafina bastante pero no importa… (risas)
Antes te ha sonado el móvil y llevabas Radiohead, me ha sorprendido un poco…
Soy muy fan de Radiohead, me encantan desde hace mucho. Las bandas sonoras de Jonny Greenwood, sobre todo la de ‘There Will Be Blood’; el disco solo de Thom Yorke, ‘The Eraser’… Es de la mejor electrónica que he escuchado.
Estudiaste algo relacionado con el mundo audiovisual, ¿verdad? ¿Crees que ha sido definitivo para que te guste tanto implicarte en vídeos, la imagen…?
Acabé la carrera haciendo discos, giras… Ya estaba metidísima en la música. El contacto con el audiovisual en aquella época es que ya hacía bandas sonoras. Los vídeos los hago para mí, no voy a quitar el trabajo a nadie (risas).
También retocas tus fotos como si fueran cuadros o a modo de collage…
Es defecto de mi forma de ser que me gusta controlar todo. Antes de la carrera hice bachillerato artístico. O lo hago yo o me meto de lleno en lo que sea. No me voy a poner a tocar la batería, pero en ese caso encuentras gente con la que te entiendes fácil, como Pau. O como en el caso de la portada, encuentras gente que admiras que va contigo, como Rafa Castañer y Román Yñán. No la hice yo, la hicieron ellos, pero si te fijas, tiene mucho que ver con los videoclips. Fui a su casa y estuvimos con el Photoshop cambiando la imagen que me presentaron. No podía estar tal cual (risas).
¿Qué es la foto?
La foto misterio. Yo no lo sé. Es un misterio de Román Yñan.
Este sentido global que das a todo, ¿te crea una satisfacción especial? ¿Así es más auténtico? ¿Podría ser de otra manera?
Si se da la casualidad de que encuentro algo, como la portada, que no es mía, estoy dispuesta a aceptar lo que sea. Cuando encuentras a alguien que sabe hacer las cosas… Lo que no creo que haga es encargar una portada a alguien porque me encante su estilo, sin dar una premisa. Lo importante es quedarse tranquila porque todo está como tú quieres, como tú lo quieres transmitir.
Hay una Lyona en los créditos, ¿no será la de los videoclips?
Es colega. Con Marta (NdE: Lyona) hicimos un vídeo para mi primer disco, el de ‘Mil Orelles’. Somos muy amigas, ella y todo su equipo de rodaje. Ella tenía esta mini cámara, las harinezumis, y fue como un juego. Le di una idea muy tonta, quedamos una tarde y lo hicimos.
¿Y para presentar este disco Lyona no era una opción?
Sí, íbamos a hacer uno para este disco, pero aún no lo hemos hecho. Marta va muy liada y yo soy muy de hacer mis vídeos. Entiendo que pueda ser raro. A veces la llamo para dudas técnicas sobre los programas de edición (risas).
¿Y la colaboración con Anímic cómo surgió?
Los conocí hace años cuando el disco ‘ü_ma’. Pau Vallvé y yo nos conocimos e hicimos un disco en 2007 con este nombre, que salió en una netlabel que es la misma de Anímic. Nos encantó. Hace años que nos conocemos. Ferrá ha sacado también un disco en solitario.
Tu single ‘Tots els colors’ distaba un poco del resto, por el final…
… más apoteósico.
¿Fue un punto de partida o más bien un punto de llegada? ¿No te dio por seguir por ahí?
No… La hice a final de veranito. Este disco tiende a ser más melancólico y esta canción es más vitalista, me salió en verano, en Formentera. Todo me pareció ideal y no me dio por tirar por ahí, aunque creo que sí va con el disco. Al ponerla la primera quedaba muy bien para empezar.
¿Tienes algo de lo que podría ser el siguiente disco?
Tengo ideas y para mí lo más importante es tener el concepto. Yo puedo ir haciendo canciones aleatoriamente que después pueden perder el sentido. Es muy importante crear una historia en un disco. Para este tenía veintipico canciones y las que se quedaron ni las toco ni las voy a poner en ningún disco. Eran de ese momento y ya está. Voy teniendo ideas. Sobre el siguiente disco, estoy en ello, va cambiando la idea, pero la tengo muy enfocada…
¿Es duro dejar fuera canciones tuyas?
A veces sí, canciones y partes que dices «esta es muy larga» y dices «¡este trozo de letra no!», pero luego dices: «esta en realidad no me gustaba». Ayuda enseñarla a más gente…
¿Algún otro proyecto?
Bueno, lo de la danza sería interesante. He hecho alguna banda sonora y algún documental, pero tengo muchas ganas de tocar con bailarines, porque lo probé en Berlín, porque un amigo me llamó y me gustó bastante.
Foto: Pau Vallvé.