Pero ojo, que Sam Mendes, más que hacerse un Nolan presentando a un Bond avejentado, machacado por los años, alcohólico y psicológicamente muy tocado como recursos para dotar de profundidad a un personaje que durante décadas ha permanecido demasiado plano, que también; hace con ellos de ‘Skyfall’ una reivindicación sin complejos del legado cultural del espía.
Un alegato a favor de lo viejo que guardamos en almacenes abandonados que se palpa en diálogos y gadgets recuperados pero que se siente de verdad cuando el héroe, cual ‘Ciudadano Kane’ de Orson Welles, se enfrenta a su Rosebud particular adentrándose en refugios escondidos de su pasado.
¿Demasiada psicología para un agente secreto que antes mataba sin remordimientos? Puede, pero eso no impide que esta nueva aventura del personaje creado por Ian Fleming sea igual de disfrutable que la mayoría de sus predecesoras. Y es que Craig sigue siendo el perfecto hombre objeto que lo mismo protagoniza secuencias de acción impecable, especialmente durante su paso por China, que insinúa sin complejos, después de ser toqueteado por el villano de turno, que quizás no es la primera vez que se deja seducir por un hombre.
Guiños a los nuevos tiempos en la película en la que menos chicas pasan por su lecho, cortesía de la primera y estupenda entrada en acción de Silva, el personaje de Javier Bardem al que muchos auguran nominación al Oscar por ser el primer villano cansado de ser villano enfrentado a un héroe cansado de ser adorado.
Y es que frente a los aires de grandeza de sus predecesores en pantalla, la primera impresión es que el malo de esta entrega no está a la altura, que es demasiado blando, pero pronto acabas descubriendo que no se mide la maldad de uno por la cantidad de muertos que deja a su paso. Y es que los motivos de Silva son más viscerales, más primarios, y por eso Bardem funciona igual de bien que, y volvemos al Batman de Nolan, Heath Ledger y su Jocker al ser comparado con los otros villanos del Hombre Murciélago.
En definitiva, ‘Skyfall’ tenía todas las papeletas para convertirse en el cierre perfecto de una decente trilogía y se ha convertido en la clara demostración de que a veces, con todo lo que ello conlleva, merece la pena regresar a los orígenes y enfrentarse a las consecuencias. 8.