Una de las cosas a las que solemos dar más importancia en nuestras canciones son los coros y armonías. En general todos solemos ser bastante imaginativos para ello, pero no todos estamos capacitados para llevar a cabo con nuestras gargantas lo que nuestras cabezas están pensando (¡ja!, un chiste guarro). Javi Betacam sí. Y aunque su manía de armonizar absolutamente todo (juro que alguna noche le hemos descubierto armonizando máquinas expendedoras: “su tabaco gracias”) y que en este disco hemos intentado racionar un poco esa faceta nuestra, en su justa medida es una auténtica maravilla, como habréis podido comprobar en sus propias canciones o en las de Templeton. Es por ello que hemos querido acabar con todas mis voces antes de que se vaya pasado mañana, para que le diera tiempo a meter los coros. Y es por ello que hoy he tenido que dedicar la mañana a cantar cinco canciones que hablan sobre rupturas, insatisfacción y mi incapacidad para ser feliz, solo o acompañado, cada una desde una perspectiva más negativa que la anterior. Porque, como me dice Paco, “igual en este disco no hay tanto humor como tú te piensas”. De manera que a eso de las 12, con una bajona de campeonato y con un par de vinos en el cuerpo, me he echado la siesta del cordero, y como nuevo.
Después de comer, mientras Laura llevaba a Eli a coger el tren para Sevilla, y como habíamos ido bastante rápido con los coros de Betacam, Javi Monserrat se ha puesto de lleno con sus guitarras. Javi ha sido el último en sumarse al grupo. Le conocemos de que compartimos local con sus otros grupos: Litoral, El Hijo y Monserrat. Las bandas que no nos dedicamos a la música plenamente tenemos a menudo muchos problemas para compaginarlo con nuestros trabajos o nuestros otros proyectos, con lo que a veces hay que rechazar algunos bolos. Esa fue la primera razón por la que pedimos a Javi que empezase a tocar con nosotros, para tener un sustituto en caso de que Iván, Laura o el otro Javi no pudiesen tocar y rechazar las menos fechas posibles. Pero nos ganó desde el principio. No solo por lo buen músico que es, faceta en la que estamos encantados y en la que nos aporta mucho más de lo que jamás pensamos, sino también porque es muy majo. Es bastante desastre y despistado. Desde que entró en el grupo, en torno a mayo, ha perdido o roto cinco móviles, y cada día tiene que descifrar de cero los apuntes de las canciones que toma en una pequeña libreta negra en la que anota lo que toca con cada uno de sus grupos y que aún no sé cómo conserva intacta. Pero lo pasamos guay con él y eso es lo importante. El mecanismo emocional de un grupo es muy complicado y es difícil encajar así de bien a la primera.