‘El Hobbit: Un viaje inesperado’, más de lo mismo

El día que Peter Jackson anunció que finalmente él sería el encargado de dirigir ‘El Hobbit’ muchos seguidores de ‘El Señor de los Anillos’ respiraron aliviados. No es que nadie pensara que Guillermo del Toro fuera incapaz de sacar adelante el trabajo, sino que sonaba mucho más coherente encargarle la tarea a alguien que ya había pasado varios años sumergido en la Tierra Media. Al fin y al cabo, después de haber superado con nota la titánica labor de adaptar al cine un libro de 1.200 páginas, hacer lo propio con uno de 200 se antojaba pan comido. Encima Ian McKellen volvía a dar vida a Gandalf. Nada podía fallar. Todo era perfecto… Pues cuidado con lo que deseas.

Y es que una vez vista, contra todo pronóstico, la que prometía ser la aventura definitiva de estas Navidades se queda en algo menos que nada. Bueno, nada no. Nada es injusto sabiendo el mimo y el detalle con el que Jackson y su equipo tratan todo lo relacionado con Tolkien. De hecho, uno de los mayores placeres de las ediciones extendidas en DVD de la trilogía original es escuchar los comentarios del director o quedarse embobado con las horas de documentales sobre cómo se hicieron las películas.

Por eso da más rabia si cabe salir del cine con la sensación de que has perdido tres horas de tu vida. Tiempo que ni los 20 minutos que dura el duelo de acertijos entre Gollum y Bilbo hacen que la experiencia merezca la pena. Algo normal viendo que por culpa del ritmo de la película, o mejor dicho, por culpa de su total ausencia, los destellos del mejor Peter Jackson que salpican el metraje, que los hay, se pierden en secuencias que se antojan interminables fruto de un alargamiento innecesario del material. Tanto que Jackson debería tirarse a la piscina y apostar por lanzar en unos meses el primer Director’s Cut Edición Reducida de la historia.

Claro que igual el problema no reside tanto en la película como en un público que ha perdido el factor sorpresa. ¿Qué nos queda si ya sabemos cómo se ven en pantalla Rivendel, la Comarca y o Minas Moria? ¿Si ya le hemos puesto cara, voz y alma a Galadriel, Elrond o Saruman? ¿Qué hacer cuando una secuencia, por no decir toda la película, nos parece un constante déjà vu, que calca sin hacerlo plano por plano, de las anteriores entregas? La coronación de Aragorn fue ayer como quien dice. Necesitábamos echar de menos este universo antes de regresar a sus tierras, y el empeño de Jackson por recordarnos que estamos ante la precuela de su querida obra con cameos innecesarios de Elijah Wood no permite que la nostalgia entre en escena. Tampoco la falta de carisma de la inmensa mayoría de los nuevos personajes.

Habrá que esperar al estreno de las otras dos partes para juzgar al completo la conversión de ‘El Hobbit’ en película. A veces las noches de comienzo anodino acaban siendo las mejores de tu vida. Martin Freeman al menos intenta que así sea. ¡Vaya que si lo intenta! 5,5.

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Publicado por
Claudio M. de Prado