‘De óxido y hueso’: carne apaleada

“Qué extraño camino me ha llevado hasta ti”. Con esta inmortal frase que cierra ‘Pickpocket’ (1959) se podría resumir la nueva película de Jacques Audiard.

Tras el celebrado drama carcelario ‘Un profeta’ (2009), el director francés se tira a la piscina (llena de orcas) y presenta un intenso melodrama protagonizado por una pareja tan extrema y singular como la de su tercera película, el ex presidiario y la oficinista sorda de ‘Lee mis labios’ (2001).

Marion Cotillard (que parecía abocada a encarnar floreros europeos en blockbusters hollywoodienses) y Matthias Schoenaerts (de quien ya avisamos de su potencial) ofrecen dos de las grandes interpretaciones del año encarnando a unos personajes
que viven arrastrando cicatrices corporales y fracturas emocionales. Dos cuerpos doloridos que se complementan y se necesitan.

El director evita caer en la tentación de la historia de superación condescendiente y nos sirve en crudo un romance de enorme fisicidad, con derivaciones acrotomofílicas y ecos de la coreana ‘Oasis’ (2002), donde el amor se cuela, supura, entre los puntos de sutura de las heridas. Una película con algunas torpezas de puesta en escena (los dos sucesos dramáticos resultan más previsibles que las declaraciones de un futbolista) y alguna concesión al sentimentalismo, pero de extraordinaria potencia dramática.

Las canciones de Bon Iver tiñen de melancolía un relato que habla sobre la discapacidad física, sí, pero también la social y, sobre todo, la afectiva. Una película donde es más fácil decir “follar” que confesar “te quiero”. 7,9.

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Publicado por
Joric