Y eso que es un libro complicado. Atendiendo a su sinopsis podría parecer lo esperable: una novela sobre un desarraigado sevillano, que pierde a su padre y en gran medida a su madre en un accidente doméstico, que no estudia ni trabaja demasiado, y está enamorado de una vecina protagonista de un ridículo reality-show. Conociendo la implicación social de Sr Chinarro en los tiempos que corren… ¿una divertida parodia de los ninis, de las generaciones anteriores que los ignoran y de lo absurdo de todo lo que los rodea?
No exactamente. Pepito, que ni siquiera es un indie -como tampoco terminaba de encajar esta etiqueta para un cantautor que casi requiere de un género para sí mismo-, sino un jevi, es un anti-héroe que se irá cargando de diferentes matices a lo largo de la novela, que discurre entre el costumbrismo, la sátira, la picaresca y -en menor medida- la «road movie». Hasta aquí, bien. Pero Antonio Luque tampoco se ha querido conformar con buscar un clímax para todo esto -que podría considerarse el episodio del programa de televisión-, y ha introducido en el relato cierta metahistoria sacrificando una pizca de realismo, como esa manía de no llamar a las cosas por su nombre («Diario de Revilla», Komela, etcétera).
La aventura roza en algún momento lo «demasiado ambicioso» o lo polémico (ese mencionarse a sí mismo en el relato), pero en ambos casos se trata de algo bastante puntual. En general, se agradecen la obra bien escrita y muy de nuestro tiempo, la distancia mantenida con su obra musical y, más que nada, los numerosos momentos delirantes que nos deja Pepito Gámez. 7.