El director austriaco enfrenta al espectador con una dolorosa realidad: la vejez, la enfermedad, el deterioro físico, la muerte; la terrible idea de que un buen día, después de asistir a un concierto, la persona con la que vives y a la que amas puede comenzar a desaparecer, a consumirse entre tus manos sin que puedas hacer nada para evitarlo.
Y lo hace sin concesiones al sentimentalismo ni al tremendismo. Como buen cirujano de las emociones, Haneke saca el escalpelo y se abre paso hacia las entrañas del dolor y el sufrimiento. Pero eso sí, sin dejarnos entrar en el quirófano. Nos mantiene a una respetuosa distancia por medio de una puesta en escena gélida, cartesiana, construida por medio de largos planos estáticos. Una calculada separación que permite disfrutar de la calidez y la sensación de intimidad entre la pareja protagonista (unos excepcionales Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva) pero impide el regodeo en su padecimiento.
‘Amor’ es una película que abre debates sin subrayarlos (la eutanasia, la situación de los ancianos en el mundo occidental) y explora las emociones sin adornos melodramáticos. Una conmovedora historia de devoción, estoicismo y dolor, con alguna salida de tono como el episodio de la paloma, en la que el normalmente despiadado Haneke ha sido capaz de convertir los imprevistos accesos de violencia seca -uno de sus característicos rasgos de estilo- en un gesto de amor profundo. 9.