El bumerán literario de ‘El atlas de las nubes’

El 22 de febrero se estrena en España ‘El atlas de las nubes’, la adaptación que han dirigido los hermanos Wachowski junto a Tom Tykwer de la novela de David Mitchell. El libro, publicado en 2006 por la desaparecida editorial Tropismos, estaba descatalogado. Hace un par de meses la editorial Duomo lo ha vuelto a editar (con una portada mucho más fea, por cierto).

Lo primero que llama la atención de la novela es su ambición y su carácter heterogéneo. Componen la obra nada menos que seis historias entrelazadas, narradas en seis estilos diferentes y ambientadas en seis espacios y momentos cronológicos distintos.

La primera nos presenta el diario de un notario que documenta su viaje en barco desde el Pacífico Sur a California durante 1850. El relato se interrumpe de forma brusca para dar paso a las cartas que un joven compositor desheredado, afincado en Bélgica durante 1931, envía a su amante británico. Un nuevo salto y estamos en la California de los años 70 siguiendo la investigación que una periodista está realizando sobre una planta nuclear. Una investigación que le llegará en forma de manuscrito a un viejo editor que vive en Inglaterra en la actualidad.

Del presente saltamos hacia un futuro distópico donde, por medio de un interrogatorio, conoceremos a una clon que se rebela contra su condición de esclava de una dictadura capitalista. El último salto será hacia un lejano futuro post-apocalíptico, una nueva Edad de Hierro situada en la isla de Hawai y narrada en una especie de neo-lengua.

Como buen artefacto posmoderno, una vez llegados a la última historia, volvemos a recorrerlas en sentido contrario, hasta retomar la primera de ellas y toparnos con una frase que parece contener su estructura y significación: “¿Qué es un océano sino una multitud de gotas?”.

Con resonancias de Umberto Eco y Philip K. Dick, ‘El atlas de las nubes’ resulta fascinante por su hábil combinación de géneros (aventuras, humor negro, ciencia ficción, thriller político, fantasía) y formatos narrativos (epistolar, diarístico, entrevista); por su desbordante imaginación, su impecable arquitectura dramática y su lúcido discurso filosófico.

Pero también es una novela muy irregular y, por momentos, agotadora en su excesiva ambición. No todas las historias están al mismo nivel (alguna como la de la periodista es bastante floja) ni son igual de interesantes (a veces resulta tentador, sobre todo durante el trayecto de regreso, saltarte las que no te gustan). Además, cuanto más te acercas al final más aumenta una carga moralizante que acabará por derramarse.

¿Cómo habrán trasladado a la pantalla toda esta complejidad y abundancia de recursos narrativos? Las noticias que llegan desde EE UU no son muy alentadoras (para la revista Time es la peor película del año pasado), pero lo mismo dijeron de la infravalorada ‘Speed Racer’ (2008). Veremos. 6,5.

Los comentarios de Disqus están cargando....
Share
Publicado por
Joric