El show comenzó con la única canción en alemán que sonó, ‘Inzest’, extraída de su anterior entrega, ‘Te he amado en un hotel de la calle Divino Pastor’, dando paso después a otras pistas como ‘Tribunal’, inspirada en Madrid (aunque ya ha interpretado en Hamburgo la versión alemana); ‘Dorian’, ‘Cuando trabajaste en la televisión’, ‘Hay otros países’, ‘Casi todos los caníbales’ o ‘El hombre que fuma heroína’, la canción estrella de su último disco, ‘Salvajada‘. Al final hubo versión de ‘Rien de rien’ de Édith Piaf y de ‘Werewolves in the City’ de un tío «cuyo nombre nunca recordaba» Fee (Viking Moses). La intimidad de la sala, su hermosa voz -que no pocas veces recurre al gorgorito-, las historias que acompañan sus letras y la claridad enorme con que en un lugar así pudieron seguirse estas, construyeron un concierto único y absolutamente especial, ayudado por el sentido del humor de la cantante.
‘Pito morado’, su supuesto pelotazo, sonó hacia la mitad en la sesión del sábado, si bien Reega avanzó que no la tocaría el domingo porque iba a asistir un fan al que no le gusta porque cree que Fee «vale mucho más que eso». Y aunque es pronto para empezar a odiar un hit antes de que este lo sea, lo claro es que la anécdota sirvió para afianzar la complicidad con su público, que al final arrasaría en el tenderete-ropero.
Fee, que pidió a la gente que no se riera durante la interpretación de ‘Por qué no me visitas’, ya que la escribió en tiempos «muy duros», escogió el castellano para casi todo el desarrollo de su repertorio. En su consecuencia, efectivamente, a veces las canciones parecían más graciosas de lo que son, levantando las inevitables risas nerviosas del respetable. Sus letras en inglés y alemán también contienen humor, pero está por ver si su encanto es algo esclavo de «ser una guiri cantando en nuestro idioma con rimas que a nosotros nunca se nos ocurrirían», de ese efecto sorpresa. Tanto si sigue desarrollándose como artista como si no, lo seguro es que lo vivido en La Casa de la Portera fue inolvidable: divertido, emocionante y entretenido como pocos conciertos se ven a diario. «Yo quiero cantar aquí todos los días», espetó al final. Y nosotros verla… 8,5.