‘Almanac’ suena mucho más contundente que ‘Widowspeak’, no solo por la instrumentación (que ahora bebe más del rock and roll que del pop lánguido) sino también por la parte vocal. Molly, que en muchas ocasiones ha manifestado sentir pánico escénico, canta ahora de una manera más desinhibida pero manteniendo el tono cálido (‘Perennials’). Aunque la distorsión de marras sigue presente, el grupo se ha esmerado en ir más allá, experimentando con instrumentos como el autoharp en ‘Thick as Thieves’. Se cuelan también sonidos western en el tándem ‘Almanac’ – ‘Ballad of The Golden Hour’, siendo la primera un preludio instrumental de 35 segundos a esta «balada» de estribillo contagioso («We could never / stay forever / we were destined to grow cold») que no desentonaría en la voz de Isobel Campbell.
‘Minnewaska’ o ‘Storm King’ son muestras del papel fundamental que jugó la naturaleza en ‘Almanac’. Este fue grabado en un granero con más de cien años situado en el valle del río Hudson, en Nueva York, pero si hay algo que mantuvo en vilo a Widowspeak mientras producían sus nuevas canciones fue la incertidumbre sobre el fin del mundo (‘Sore Eyes’). Tras las capas de ‘Locusts’ se esconde un corte hipnótico que bien podría haber sido incluido en un disco de Espanto y ‘Devil Knows’ se perfila como la canción más luminosa del disco en un sentido homenaje a The Cars. La mezcla de estilos puede jugar como arma de doble filo para la formación americana: el esfuerzo por encontrar un sonido propio puede servir para atrapar a muchos, pero también para alejar a unos cuantos puesto que ‘Almanac’ no encierra aún una narrativa única y completamente personal.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Ballad of The Golden Hour’, ‘The Dark Age’, ‘Locusts’
Te gustará si te gustan: Tamaryn, Twin Sister, Anna Calvi
Escúchalo: NPR