‘Coriolanus’ es una adaptación de una de las obras más complejas, extensas y menos conocidas de Shakespeare. Con la ayuda de John Logan (célebre por sus guiones para ‘Gladiator’, ‘La invención de Hugo’ o ‘Skyfall’), Fiennes ha realizado una lectura militarista y política de ‘Coriolano’, una versión cámara en mano ambientada en un indeterminado presente con ecos de la guerra de los Balcanes y la agitación social post-debacle financiera.
La película está interpretada de forma brillante (sobre todo por una inconmensurable Vanessa Redgrave), y está repleta de interesantes (y devastadoras) reflexiones acerca del poder y la política. Su lectura es tan extrema que, como el propio Fiennes dice, “Coriolanus es demasiado noble para ser un político”. Que es algo así como decir que un militar fascistoide es más auténtico que un dirigente que negocia con la mentira para manipular al pueblo y gobernar.
¿Por qué, entonces, ‘Coriolanus’ no funciona como debería? Por varias razones. La primera es que la barrera que existe entre un texto de aspereza isabelina y su adecuación a un contexto contemporáneo no está del todo superada. En algunos momentos se nota mucho el artificio y todo parece demasiado impostado y oxidado.
La segunda es porque la película avanza demasiado rápido y a trompicones. Se echa en falta mucha más pausa para lograr una mayor fluidez narrativa. Y la tercera razón es lo mal resueltas que están algunas de las secuencias, en especial las que implican movimientos de masas. Tanto la petición de votos en la calle como la condena a muerte por parte del pueblo son una demostración de las evidentes limitaciones de Fiennes como director. ¿Las superará en ‘The Invisible Woman’, su biopic sobre Charles Dickens? 6.