‘Una vacante imprevista’ es “banal”, cierto. Es un entretenimiento ligero, con menos cargas de profundidad que una conversación en un ascensor. Pero es en esa ligereza donde reside su mayor atractivo. La novela describe los conflictos entre los habitantes de un pueblecito inglés tras la vacante abierta en el concejo parroquial por la imprevista muerte de uno de sus más reconocidos miembros. La batalla por la ocupación de ese puesto provocará todo tipo de incidentes, desde problemas sentimentales hasta sucesos violentos.
En los desencuentros de pareja y las relaciones paterno-filiales es donde mejor se mueve la Rowling, demostrando su habilidad para la construcción de diálogos y la caracterización psicológica de los personajes (sobre todo de los adolescentes). Por el contrario, cuando intenta profundizar en los conflictos sociales de la comunidad (hay de todo: drogodependencia, violencia doméstica, pedofilia, abusos sexuales, acoso escolar…) resulta trivial, simplona y tremendista.
La novela también es “estereotipada”, cierto. En una narración con tantos personajes, no todos están igual de bien perfilados. Los estereotipos lastran la eficacia de la crítica social, pero también alimentan su vocación costumbrista, la descripción de un rico y agitado microcosmos que seguro dará mucho juego en la serie que prepara la BBC sobre la novela.
¿Es “decepcionante”? Depende de las expectativas de cada uno. En mi caso, echo de menos más humor e ironía. Hubiera sido preferible que la autora, una vez expuesto el conflicto y descrito los personajes, hubiera transitado mucho más el camino de la comedia de costumbres y algo menos el de la crónica social aleccionadora con intenciones universalistas.
Y, por fin, ¿es “aburrida”? Como es habitual en los best sellers, está inflada. No hacen falta 600 páginas para contar esta historia, pero sí, como pasa con las películas “oscarizables” que siempre “deben” durar más de dos horas para parecer importantes y abultar mucho en las estanterías. Pero aburrida no es. Tiene bajones de ritmo y un final previsible, pero resulta tan entretenida como un cotilleo contado al oído o, al igual que hace una de las protagonistas, como bailar la coreografía del ‘Umbrella’ de Rihanna. 6,5.