‘La Jungla: Un buen día para morir’, no para buscar sustituto

En el mundo del cine mantener una franquicia durante años requiere mucha imaginación. Sobre todo cuando se trata de filmes centrados en un personaje concreto, lo que obliga o bien a mantener el nombre durante décadas aunque eso signifique cambiar de vez en cuando al actor, como es el caso de James Bond; o bien aceptar que los héroes también se hacen viejos y aprovechar las arrugas como recurso, como es el caso de ‘Rocky’ o ‘Rambo’. Lástima que cuando se elige la segunda opción el resultado suele ser involuntariamente cómico, por no decir decir directamente un esperpento. Acordaos si no de Harrison Ford en la última de Indiana Jones.

Claro que ya por aquel entonces Spielberg y Lucas exploraron una tercera posibilidad para seguir sacando provecho de su icónico personaje más allá del estado físico de Harrison Ford. Y sin necesidad de recurrir a la creación de humanos por ordenador, que en manos de Lucas todo es posible. ¿Cómo entonces? Pues presentándonos a su hijo, el heredero natural del gracejo, carisma y desparpajo aventurero de su progenitor.

Una solución perfecta de no ser porque la naturaleza es sabia y gracias a ella, por suerte, ninguno somos un perfecto clon de nuestros padres. Vamos, que por mucho que nos parezcamos a él, nunca seremos él, o lo que es lo mismo, por mucho que Shia Labeouf se empeñara en ser el nuevo Indiana Jones, sólo Harrison Ford puede ser Indiana Jones. No hay sucesión posible.

Algo parecido ocurre con Bruce Willis, sin el que nunca se podría entender el éxito del personaje de John McClane en las películas de ‘La Jungla de Cristal’. Este actor es el único capaz de hacernos creer que todavía existen aquellos héroes de acción que poblaban el cine de los 80, que todavía hay lugar para tipos duros que alternan el manejo de todo tipo de armas con frases ingeniosas y alguna que otra explosión humorística sin que el ridículo entre en escena. De hecho, hasta el «sex appeal» lo conserva.

Pero los 25 años que han pasado desde que se estrenó la primera Jungla no han pasado en balde, y Willis, como Benedicto XVI, es consciente de que toca retirada. Para ello al menos parece que nos prepara en esta quinta entrega de la saga, ‘La jungla: Un buen día para morir’, en la que McClane se larga a Moscú para buscar a un hijo que anda metido en problemas con la CIA. Hijo al que da vida Jai Courtney, que por mucho pecho y músculo que saque para ponerse a la altura de su padre en la ficción, se queda lejos de cumplir la misión encomendada. Así que de momento Bruce Willis sigue sin sustituto y, si nada lo remedia, una sexta entrega ya anunciada será la última vez que veamos a John McClane en la gran pantalla.

Pero que nadie se tome esto como una mala noticia. De hecho, para los más puristas del género de acción ochentero es hasta bueno saber que su héroe favorito no tiene quien le haga sombra. Ellos serán los que más disfrutarán con la cantidad de guiños en esta historia a la mitología propia de la saga. Una película que lejos de intentar dotar de una dimensión profunda al héroe en su ocaso, prefiere apostar por el puro delirio, casi paródico, apoyándose en acrobacias imposibles con helicópteros, bombas por doquier, coches destrozados (atentos a la primera persecución por las calles de Moscú), amenazas nucleares y diálogos llenos de réplicas que arrancan una carcajada. Hasta el famoso “Yippe-Ki-Yay motherfucker” entra en escena.

Y es que no todas las películas pueden ser la nueva ‘Skyfall’. De vez en cuando incluso se agradece que la acción sea simplemente eso, acción sin más intención que hacerte pasar un buen rato. Y mientras seas consciente de que vas a ver ‘La jungla de cristal’ y no ‘La jungla de asfalto’, hasta sales satisfecho del experimento. 5,5.

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Publicado por
Claudio M. de Prado