‘Siete psicópatas’, todo sobre mi perro

Al cine hablar de cine le sienta muy bien. Sobre todo cuando lo hace de manera casi tangente como en ‘Siete psicópatas’, una película en la que el uso de la industria sólo sirve, al menos en apariencia, para dar entidad al guionista irlandés falto de inspiración y lleno de alcohol que protagoniza la historia. Un personaje que -se nota- ha sido escrito a la medida de Colin Farrell. Se ve que Martin McDonagh quedó muy contento con su participación en ‘Perdidos en Brujas’, y no era para menos.

De ahí que el actor haya tenido que esforzarse poco para hacer creíble esta locura gangsteril en la que todos, menos él, hacen justicia al título del filme. Título que, y aquí entra de nuevo el metalenguaje, es el mismo que el del guión que el personaje de Colin escribe en la película, ‘Siete psicópatas’. Aunque eso sea lo único que tiene escrito en su libreta amarilla.

Por eso, para rellenar páginas cuanto antes, pide ayuda a un actor amigo suyo (al que da vida Sam Rockwell en uno de sus mejores papeles desde ‘Moon’), un individuo con impredecibles ataques de ira que se gana la vida ayudando a un viejo (Christopher Walken) aficionado a secuestrar perros en los parques más ricos de Los Ángeles para devolverlos a los pocos días y cobrar la recompensa. Trabajo limpio que se complica cuando el dueño de uno de esos perros resulta ser de un mafioso peligroso (como siempre Woody Harrelson haciendo de Woody Harrelson) que no duda en emprender una cacería para recuperar a su mascota. Algo que resultaría sencillo si no fuera porque una suerte de justiciero asesino, amante de acabar con la vida de grandes delincuentes, también entra en escena. ¿No querías caldo? Pues súmale a esto un vietnamita terrorista vestido de cura, un viejo obsesionado con los conejos blancos (Tom Waits, atención al epílogo) y un par de jamonas y ya tienes las tres tazas para hacer justicia al refrán.

Lo cierto es que bajo este argumento uno podría esperar un copypaste del universo Tarantino. Y en cierto modo no puedes evitar acordarte del bueno de Quentin durante toda la película, sobre todo cuando hacen aparición personajes que cuentan lo que que pasará más adelante, insertos de tramas temporales con la entidad suficiente para ser grandes cortometrajes o el uso de la violencia en su faceta más irreverente y divertida. De hecho no es el único referente que se te pasa por la cabeza. La sombra del ‘Adaptation’ de Charlie Kaufman también es alargada. Casi nada. Pero McDonagh ya ha demostrado que lo suyo no es copiar, sino culebrear sin vergüenza en la liga de los campeones a los que casi nada tiene que envidiar. El talento ya lo tiene. Sólo le falta la fama. 7.

Los comentarios de Disqus están cargando....
Share
Publicado por
Claudio M. de Prado