Eso es algo que entendieron bien los responsables de la adaptación cinematográfica de la saga ‘Crepúsculo’, que no esperaron mucho para exprimir en pantalla grande la gallina de los huevos de oro de aquella historia basada en las novelas de Stephenie Meyer aunque para ello la calidad, en la forma y en el fondo, quedara reducida a su mínima expresión. Pero daba igual, las fans adolescentes crecen y había que terminar sí o sí antes de que lo hiciera su criterio.
Ahora, varios meses después del estreno de la última parte de ‘Crepúsculo’ y con la supuesta pornografía para mamás rollo ’50 sombras de Grey’ triunfando en las listas de ventas, lo único que queda para el recuerdo de aquellas películas es la cara mohína de Kristen Stewart, la sosez de Robert Pattinson y el pecho descubierto de Taylor Lautner. El interés por el amor sobrenatural, con el masoquismo soft ganando terreno, no tiene demasiado misterio. De ahí que las cifras de recaudación en Estados Unidos hayan sido bastante discretas para ‘Hermosas criaturas’, la más que vista historia de amor imposible entre un chico de pueblo y una joven recién llegada que resulta ser bruja.
De hecho, da hasta pena que gran parte del público que se tragó aquellos bodrios vampíricos ahora vaya a perderse esta adaptación al cine de la primera entrega de los libros ‘La saga de las Dieciséis Lunas’. Un producto, no nos engañemos, pensado exclusivamente para cualquiera que tenga la edad mental de un adolescente, pero que a su favor tiene una factura nada habitual en este tipo de películas. O al menos la suficiente como para que no quieras salir corriendo de la sala.
A ello ha ayudado mucho la elección de los actores protagonistas, Alden Ehrenreich y Alice Englert, menos guapos pero también, y he aquí el principal cambio, menos intensos de lo acostumbrado. Hasta dan el pego dando la réplica a gente que cuando quiere se hace muy grande, que no es el caso, como Jeremy Irons y Emma Thompson, que una vez más prefieren ganarse el pan tirando por la fácil ruta de la estridencia.
Pero quizás el mayor mérito sea del director y también guionista Richard LaGravanese, que después de escribir los libretos de títulos como ‘El rey pescador’, ‘Los puentes de Madison’ o ‘Posdata: Te quiero’ sabe manejar bien los truquillos que hacen funcionar el cine romántico. Bueno, lo de convertir a los protagonistas en fanáticos de Bukowski quizás sea demasiado para lo que tiene entre manos. Claro que con semejante material de partida no se pueden hacer milagros. 5,5.