1. Ritmo espídico. El programa comienza con el ‘Gangnam Style’ a tope, con saltadores cayendo desde todas las plataformas posibles, con gente bailando por todos lados y en una piscina que más bien parece el Fabrik una noche de viernes que un programa de televisión. A Arturo Valls le costó tanto ponerse al nivel que hasta se le entrecortaba la voz con tanto movimiento. Si a esto sumamos que de vez en cuando suenan trallazos musicales de dudosa calidad pero de rabiosa actualidad, para qué queremos más.
2. Famosos en bañador. A ver de qué si no iba a vender la Cuore tantas revistas. Y es que, quien afirme que no se moría de ganas por ver a Falete en bañador, miente. Quien no haya disfrutado viendo a Juanjo Ballesta salir de la piscina prácticamente a calzón quitado, también. Quien no opinase que a Gervasio Deferr le sobraba el albornoz, más todavía. Y quien no haya soñado con un gif de Daniela Blume saliendo del agua o corriendo hacia la plataforma, es que no tiene sangre en las venas.
3. Famosos diferentes todas las semanas. Si de algo suelen sufrir los realities de talentos (sobre todo los que cuentan con famosos) es de que, al final, ellos mismos terminan resultando de lo más cansino, toda su historia de superación no le interesa a nadie y el telespectador lo que quiere es carnaza. ‘Splash’ se libera de ello (más o menos) invitando a famosos nuevos cada semana, de un total de 28, y haciéndoles competir entre sí en semanas futuras. Por otro lado, cada uno es de su padre y de su madre y hay de todo un poco, que también ayuda. Si fueran todos famosos caspa al 100%, otro gallo nos habría cantado.
4. Arturo Valls. Hasta que no vi ‘Ahora Caigo’ por primera vez, no daba un duro por él, pero lo cierto es que el tipo tiene gracia. De momento, eso sí, le vemos demasiado atado al guión. A ver si se suelta un poco… Aunque al menos, no está nada quemado, al contrario que su competencia directa.
5. Posibilidad de que alguien se mate en directo. Esto es algo que ya ha explorado, precisamente, esta edición de Gran Hermano. Todavía no nos queda claro el motivo por el que Valls recalcó hasta en dos ocasiones que todos los famosos que participan en ‘Splash’ lo hacen «voluntariamente».
6. Jurado. ¿A quién no le pica el gusanillo por ver a Guti hablar? ¿Y por ver a Ana Tarrés hacer de la Risto Mejide de los saltos de trampolín?
7. Falete. Está llamado a ser la estrella del programa, incluso a pesar de que haya sido eliminado a la primera (aunque va a volver todas las semanas). El público corea su nombre, su bañador causa sensación, recoge el guante en todas las puyitas que le lanza Arturo Valls, es capaz de ponerle su nombre a un salto (el «faletazo») y ha sido objeto de las críticas de Mercedes Milá. Ahí es nada.
8. Salto de trampolín. Es el típico deporte que engancha, pero que ha sido tan maltratado por la televisión generalista que en general quedaba relegado (como mucho) a La 2. Ahora se emite en horario de máxima audiencia, y somos testigos de los rigores de una disciplina que se burla del vértigo que se siente al ver una piscina a diez metros de altura.
9. Corta duración. Aunque la gala dura en torno a dos horas, publicidad incluida, ya es algo menos que otras que duran hasta tres y han durado hasta cuatro otras temporadas y se hacen agotadoras.
10. Agotamiento de ‘Gran Hermano’. ¿No va siendo ya hora de jubilar el programa estrella de Telecinco? Sus últimos datos de audiencia dicen «no» a los últimos tiempos, que además ya plantean abiertamente algo parecido al «formato eterno», con entradas y salidas de la casa sin descanso y sin fecha de cierre.