‘Oz, un mundo de fantasía’: mejor volvemos a Kansas

Partamos de la idea de que hay que ser muy valiente para coger una de las películas más míticas del cine y atreverse a rodar una precuela que sabes que será analizada con lupa por todos aquellos que aseguran que los mortales, por muy famosos que sean, no tienen derecho a adentrarse en el universo de los mitos. Así que sólo por eso chapó por Sam Raimi. Lástima que poco más podamos decir bueno sobre su incursión en el mágico mundo de Oz, universo al que, a diferencia de lo que hizo por el de Spider-Man, de nada útil ha servido su ilustre visita.

Es cierto que luchar contra la nostalgia es casi una causa perdida, pero nada tiene que ver lo que sentimos respecto al clásico que dirigió Victor Fleming en 1939 con Judy Garland como protagonista a la hora de juzgar ‘Oz: un mundo de fantasía’, que se presenta como un largo y azucarado relato al que le sobran FX digitales y le falta vida sobre cómo Oz consiguió a su famoso mago.

Antes de que algunos salten a la yugular de Disney, responsable de esta precuela, por profanadora, es justo recordar que el estudio no se ha sacado esta historia de la manga. Aunque el viaje de Dorothy y Totó sea el más conocido por razones evidentes, son varios los libros que exploran a fondo esta tierra fantástica, por lo que en principio es hasta lícito intentar reflejar todas esas dimensiones paralelas en sus correspondientes películas.

El problema es que, como ya pasó con las precuelas de ‘La guerra de las galaxias’, la estética del filme original está tan arraigada en el subconsciente popular que cualquier aproximación a la misma nos provoca desconfianza. Claro que conseguir esta desafección cuando encima por problemas de derechos no se pudieron hacer referencia a objetos míticos como los zapatos rojos o la canción ‘Over The Rainbow’, tiene gracia.

Si a eso le sumamos un guión demasiado infantil para lo que puede dar de sí la historia, unos actores (especialmente James Franco y Michelle Williams) que parecen estar allí sólo para cobrar el cheque y marcharse a casa, o un tratamiento que recuerda, para mal, a la ‘Alicia en el País de las maravillas’ de Tim Burton, la experiencia no mejora. Y es que a ‘Oz: un mundo de fantasía’ le ocurre lo peor que le puede ocurrir a un título de su categoría, que aburre. Y eso no se soluciona con trucos de magia. 4.

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Publicado por
Claudio M. de Prado
Tags: sam raimi