Joe Carroll (James Purefoy) es un doctor universitario de Literatura Inglesa, muy interesado en toda la obra del romántico Edgar Allan Poe. Cuando su interés deviene en obsesión criminal, comienza una serie de asesinatos rituales en claro homenaje a diversos pasajes de las obras del estadounidense, hasta que finalmente es atrapado y puesto entre rejas por el agente Ryan Hardy del FBI (Kevin Bacon), convirtiéndole desde ese momento en su némesis y archienemigo. Durante los 9 años que pasa en la cárcel, el extremadamente inteligente profesor se las apaña para crear una red de admiradores de su macabra obra, mediante la cual poder actuar en el exterior sin salir de su celda, usándolos a modo de prolongación de sí mismo. Llegado el momento, decide dar comienzo a un intrincado plan orquestado al milímetro para escribir, ayudado por su séquito, los capítulos de una nueva historia de horror basada punto por punto en los hechos reales que está a punto de cometer.
Planteada así, podríamos decir que al menos estamos ante una serie de suspense entretenida que se va a dejar ver. Y lo cierto es que no mentimos si lo afirmamos, sobre todo a la vista de la fidelidad de la audiencia. No obstante, pasados unos capítulos, comienza a encendérsele a uno el piloto de alarma. ¿Estamos ante un ejercicio de maestría en el uso del cliffhanger y el requiebro de la trama, como el que disfrutábamos en las primeras temporadas de ’24’? ¿O puede ser, por el contrario, que la cita ineludible semanal que tenemos con la serie responda más a razones de enganche telenovelero? Porque lo cierto es que ya hacia el tercer capítulo empezamos a notar ciertos ingredientes con un importante tufo a folletín de sobremesa de domingo en Antena 3: las relaciones entre los personajes cada vez son más forzadas y ridículas. Las tramas empiezan a tomar caminos enrevesados hasta el absurdo. Los tópicos campan a sus anchas en cada nueva incorporación a la serie (ese nuevo jefe negro del FBI, ¡por favor!). Y, finalmente, entra en escena el uso indiscriminado de ciertos trucos tramposos para salir de cualquier callejón sin salida sin que a los guionistas se les mueva un pelo. Señores, que el que parece bueno sea malo cuela una vez, pero no todos los puñeteros capítulos.
Sí cabe destacar el acierto en la creación de una atmósfera agobiante, así como una correcta interpretación por parte de los actores principales, especialmente la del profesor Carroll, cuyas expresiones terroríficamente tranquilas en ocasiones nos recuerdan al Dr. Lecter. Lamentablemente esto, incluso con la ayuda adicional del atractivo físico del supervillano, no son suficientes para justificar un seguimiento orgulloso de la serie. Sí, la veremos hasta el final, pero no como el que se levantó a las seis de la mañana para ver el final del ‘Lost’ rodeado de amigos, sino como el que tarde tras tarde se sentaba, resignado y culpable, a ver qué pasaba en ‘Pasión de Gavilanes’.
Calificación: 4/10
Te gustará si te gusta: el cine de terror palomitero.
Predictor: Es carne de infinitas temporadas, así que durará.