Al fin y al cabo ‘The Host (La huésped)’ es lo que es, la adaptación al cine de otro de los bestsellers de la famosa mormona americana que, por no repetirse, en esta ocasión cambia los vampiros por los extraterrestres, los bosques por los desiertos y el presente por la ciencia-ficción. En lo demás, todo sigue igual, especialmente en lo referente al núcleo duro de la trama, que sigue centrándose en las tribulaciones de un triángulo amoroso adolescente de lo más singular: es el primer triángulo entre cuatro de la historia.
Y es que por aquello de que el argumento narra la historia de unos aliens luminosos que han colonizado el planeta metiéndose en la cabeza de los humanos anulando su personalidad, resulta que la protagonista de la película, el objeto de deseo de los dos fornidos muchachos de la resistencia que la pretenden, es en realidad dos en una, la persona anulada y la ameba extraterrestre que la intenta controlar. Una situación que da como resultado escenas dignas de las mejores comedias de enredo rollo “a quién de las dos besas cuando me besas” o “si te beso a ti te enfadas y si beso al otro, también” que, y he aquí el problema, involuntariamente se convierten en lo mejor de la película.
Porque este título, que nace con vocación de saga, pretendía ser un digno representante del género de la ciencia-ficción (para qué si no contratan como director a Andrew Niccol, el de ‘Gattaca’) con Diane Kruger ejerciendo de villana. Pero entre que ninguno de los actores masculinos (Max Iron y Jack Abel) parecen tomarse en serio su papel, y que la ridícula voz en off que dialoga en la cabeza de Saoirse Ronan recuerda a comedias ochenteras tipo ‘El Chip prodigioso’, resulta complicado verlo como tal. Claro que teniendo en cuenta que es justo esto lo que salva la película de la quema, ni tan mal. 4.