‘Incompatibles’, a Eddie Murphy ya no le hace falta aprender francés

Es comprensible que los distribuidores de ‘Incompatibles’ en España hayan decidido reducir el título original ‘De l’autre côté du périph (Al otro lado de la periferia)’ a una sola palabra. Sobre todo si por esta asociación consiguen repetir el éxito de taquilla de ‘Intocable’, aquella película francesa que se convirtió en el fenómeno sorpresa de 2012 gracias en gran parte a la labor de Omar Sy, que daba vida a un asistente a domicilio encargado de cuidar a un parapléjico sin muchas ganas de seguir viviendo.

Un papel que le valió el César al Mejor Actor en reconocimiento a unos recursos interpretativos que, al cambiar de género y temática, han dejado de funcionar. Y es que pasar de protagonizar una comedia sensiblera a ser la estrella graciosa en una cinta de acción que homenajea al género de las «buddy movies» exige nuevas reglas, y eso es algo que Omar Sy, aunque pone empeño, parece no terminar de entender. Claro que su papel de policía en ‘Incompatibles’ nace con un handicap llamado Eddie Murphy, y no lo decimos porque sea negro, deslenguado y amante de la sobreactuación, sino porque su empeño de rendir homenaje al protagonista de ‘Superdetective en Hollywood’ está tan subrayado que acaba convertido en parodia.

Tampoco ayuda a evitar esa sensación de constante déjà-vu la interpretación de su compañero de reparto, Laurent Laffite, que pasa de arriesgarse en su papel de típico detective pijo al que trabajar forzosamente junto a un poli criado en los suburbios le supone varios problemas como mancharse los zapatos. De hecho, en el caso de Omar Sy está claro que su referencia es Eddie Murphy, pero Lafitte se supone que basa su interpretación en el Jean Paul Belmondo de ‘El profesional’, pero a la hora de la verdad, de Belmondo, ni rastro.

En cualquier caso la película no pretende ser otra cosa que una nueva demostración de fuerza del cine francés para enseñarnos que cuando se lo propone puede mirar a Hollywood a los ojos. Claro que lo ideal sería que lo hiciera jugando con sus propias reglas, no conformándose con cambiar las persecuciones por las calles de Los Ángeles por persecuciones en las avenidas de París. Y es que sin contar un par de chistes y situaciones de gustos claramente europeos, ¿de qué sirve imitar cuando no se aporta nada nuevo? 4,9.

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Publicado por
Claudio M. de Prado