Entonces algunos murieron. Otros se separaron del grupo. Pero nada impactó tanto como la aparición al final del capítulo de la silueta de aquella cárcel que esperaba a ser encontrada. Los que habíamos leído los cómics sabíamos que por fin llegaba el turno de un escenario clave, si no el mejor, en la mitología de esta ficción. Sólo faltaba ver si la AMC estaba a la altura. Hace doce meses esa era la pregunta. Hoy, terminada la tercera temporada, podemos asegurar que sí.
Y lo han conseguido porque la serie de nuevo ha sabido aprovechar lo mejor del cómic para recrear un arco argumental propio que no es ni mejor ni peor que el imaginado sobre el papel por Robert Kirkman, simplemente diferente. Decisiones anteriores ya habían demostrado que este era el camino correcto para asegurar el éxito de la serie, ya que si hubieran sido fieles al argumento original nos habríamos perdido, por ejemplo, el desenlace de Sofía o el desarrollo del triángulo amoroso entre Shane, Lori y Rick.
Pero la confirmación definitiva ha llegado de manos de un personaje que en su versión real interpretada por David Morrissey ha superado a la dibujada: el Gobernador. Hablamos de uno de los villanos televisivos que recordar por mucho tiempo, no tanto por su irracional gusto por hacer brotar la sangre ajena sino por una simple escena, vista el episodio 14 de esta tercera temporada, en la que perseguía silbando a Andrea dentro de un almacén abandonado. Homenajes a la mítica ‘Noche del cazador’ ha habido muchos, que acojonen tanto como éste, ninguno.
Desde luego que esta escena o la cumbre protagonizada por Lori hace algunos episodios podrían considerarse como claves de esta temporada, tan alargada que por momentos parecía que perdía el rumbo por culpa de Rick y sus fantasmas, pero que al final, a pesar de un cierre quizás demasiado lacrimógeno y apresurado para lo que venía siendo el tono de esta tanda, nos ha dejado con ganas de más. Necesitamos saber ya si tenemos que seguir desconfiando más de los vivos que de los muertos. Dentro de un año lo sabremos. 7,9.