«La dificultad de hacer un comentario sobre la muerte de Margaret Thatcher en los tabloides británicos es que, no importa cuán calmado y medido sea, el comentario será reseñado como un «estallido» o un «ataque explosivo» si tu opinión no va a favor del sistema.
Si te refieres a las «Malvinas» dirán que las has llamado «Falklands» y si dices «Thatcher» dirán que has dicho «Maggie». Así es como están estructuradas las cosas en esta sociedad no democrática. El nombre de Thatcher debe ser protegido no por todo lo que ha hecho mal, sino porque la gente de su alrededor le permitió hacerlo, y por tanto cualquier crítica a Thatcher lanza una luz peligrosamente absurda sobre la maquinaria de la política británica.
Thatcher no fue una líder fuerte o formidable. Simplemente no le importó una mierda la gente y esta tosquedad ha sido transformada con esmero en valentía por la prensa británica, que está intentando reescribir la historia para proteger el patriotismo. Como resultado, toda opinión contraria es ridiculizada o reprimida, y todos debemos soportar el elogio obligatorio de Thatcher por David Cameron sin una sugerencia por parte de la BBC de que su elogio podría ser tan solo un ataque de extremismo pro-Thatcher hecho por alguien que esconde en realidad sus propios intereses.
El hecho de que Thatcher encendió al público británico hasta la protesta callejera, las manifestaciones violentas o un desorden social nunca antes visto en la historia británica es ignorado por David Cameron en 2013. En verdad, por supuesto, ningún otro político británico ha sido más despreciado por el pueblo británico que Margaret Thatcher.
El funeral del miércoles de Thatcher será fuertemente custodiado por la policía por miedo de que el británico que paga impuestos quiera expresar su opinión sobre Thatcher. Seguramente la policía les tire gas lacrimógeno. ¿Reino Unido? ¿Siria? ¿China? ¿Cuál es la diferencia?».