Tras la esperable intro ‘Los placeres efímeros’, Dorian desgranaron un repertorio centrado especialmente en sus dos últimos discos, arrancando con ‘Ningún mar’ y ‘Tristeza‘, y continuando con ‘Verte amanecer’. Tras ‘Soda Stereo’ y ‘El temblor‘ (faltó ‘El sueño eterno’ de su vena más folkie, ya mi favorita), llegó la primera recuperación de ‘El futuro no es de nadie’, ‘Más problemas’, dedicada a sus fans más longevos; y después ‘Horas bajas’, la primera en que Marc decidió deshacerse de su guitarra eléctrica. Una pena porque ésta no en todas las canciones es tan imprescindible y él tiene su gracia moviéndose sobre el escenario, inesperadamente muy serio y también tranquilo, pero siempre muy dedicado a su público (alabanzas varias al pueblo de Madrid).
Antes de otra de las grandes canciones del nuevo álbum, la enérgica ‘Arde sobre mojado’, Marc tuvo tiempo de agradecer el gran número de semanas que el disco lleva en la lista de ventas española (un comentario muy Morrissey, qué pocos artistas comentan estas cosas, como si fuera malo triunfar), pasando pocos minutos después a ‘A cualquier otra parte’, que cerraba oficialmente el concierto.
En el bis, tras un recitado del propio Marc en relación con ‘Las palabras’, sonaron esta canción, ‘Veleros’ y ‘Paraísos artificiales’, pero lo mejor estaba por llegar. Tenía razón el grupo y es ‘La tormenta de arena’ la canción más celebrada y con diferencia de sus directos, al lado de la que -buenas noticias- la nueva ‘Los amigos que perdí‘ no desluce demasiado. El show se acaba con un acústico en medio de la gente con la canción ‘Tan lejos de ti’, inspirada en una pintada que en su momento vieron por Malasaña («vivir por vivir no vale la pena»). No me esforzaré en describirlo porque lo veréis en Youtube: había más móviles grabándolo que personas. ¿Qué quedará para el recuerdo al margen de la euforia colectiva que otorga automáticamente un «sold out»? La consolidación de una buena banda con un sonido en vivo no atronador pero sí muy digno y sobre todo la confirmación de que ‘La velocidad del vacío’ ha servido para enriquecer un repertorio que ha ido sumando bazas y bazas sin que casi nadie se diese cuenta. 8.