Lo parece porque muchos de sus momentos se acercan descaradamente a lo ridículo, y no sólo sucede en sus partes más repetitivas, como lo que podría haber sido otro corte destacado junto a Pharrell, ‘Lose Yourself To Dance’, en el que además ese vocoder sobre las frases «everybody’s dancing on the floor» y «come on» nos hace pensar en una broma de los Gregory Brothers. También sucede en ese torpe «fade out» de ‘Give Life Back To Music’, de nuevo con la colaboración de Nile Rodgers pero sin llegar a la suela de los zapatos al peor momento de ‘Chic’, ‘C’est Chic’ o incluso el reivindicado por Nile ‘Risqué’, resultando más bien una de las mil canciones que han sampleado a Chic (aquel ‘Lady’ de Modjo, por ejemplo). E igualmente en despropósitos sin objetivo claro como ese acuoso ‘Motherboard’ y esos ‘The Game of Love’ y ‘Within’ donde se desconoce si las intenciones de Daft Punk son deliberadamente kitsch o románticas. ¿Quién se habría tragado que cualquiera de estas últimas cuatro canciones mencionadas pertenecía al dúo de habernos llegado a través de una filtración?
‘Random Access Memories’ se ha presentado abiertamente como un homenaje a la música de los 70 y principios de los 80 y eso es algo que quedaba claro con la cacareada intervención del entrañable miembro superviviente de Chic o también de Giorgio Moroder. Sin embargo, y en contra de lo que pronosticaba el single, este no es un disco que trate de «sonar clásico porque no hay nada más moderno» ni tampoco es un álbum de música disco al modo de los últimos singles de Hercules and Love Affair o !!!, como llegan a sugerir los vientos de algunas canciones aquí incluidas, como ‘Beyond’. A veces hay restos de funk… pero no creo que nadie esperase ni desease que Daft Punk terminaran sonando a Alan Parsons Project, Air o Supertramp.
A la sensación de pastiche contribuyen además de los momentos smooth-jazz los más sofisticados, como ‘Doin’ It Right’, una decente colaboración con Panda Bear que suena más bien como un remix realizado por Daft Punk -sobre un par de frases sueltas- de una canción de Animal Collective
. Sin llegar a ser buena de verdad, al menos es resultona, pero no pega ni con lo que viene antes ni con lo que viene después: una trepidante canción de percusión salvaje, muy, muy efectista que podría ser de -ejem- Justice. Este ‘Contact’ desarrollado junto a su amigo de siempre DJ Falcon será una cumbre de sus directos, si es que los hay, pero esa amalgama épica atronando desde un álbum que ha jugado tanto -supuestamente- con los sentimientos más bajos, parece una desesperada forma de llamar la atención o de cerrar con un corte mínimamente apetecible para las nuevas generaciones… para ocultar una evidente falta de nuevas ideas y talento. A fin de cuentas la falta de norte es tal que estoy seguro de que si el disco estuviera firmado por una mujer o un grupo de chicas, con todos estos featurings soltados de manera tan deslavazada, la misógina crítica diría que los colaboradores han salvado las castañas a Daft Punk.¿Acaso no es triste que muchas veces su personalidad se vea reducida a tirar de un vocoder? De acuerdo, no escuchan EDM, ¿pero tampoco a Hot Chip? De no ser por ese recurso, ‘Within’ habría sido una bonita canción al piano de Gonzales, e ‘Instant Crush’, una de los últimos Strokes (¿con qué cara se defiende este disco para atacar ‘Comedown Machine‘ después de esto?). Igualmente cuestionables son ‘Fragments of Time’ con Todd Edwards, un tema en el que nadie habría reparado de haber estado incluido en un álbum «random» producido por Stuart Price (pienso en Zoot Woman, etc); e incluso ‘Giorgio by Moroder’, en la que escuchamos el recitar del músico, titubeante, improvisado y mal construido, si bien el desarrollo final de la canción, entre cuerdas y sintetizadores, en este caso logra acercar ligeramente la canción a sus pretensiones.
Porque ‘Random Access Memories’ ha pretendido ser también un disco emocionante. Lo confirman las letras de ‘The Game of Love’, sencilla pero muy desesperada sobre la marcha de alguien; de ‘Within’, que parece versar sobre la búsqueda de la identidad de estos anónimos robots («please tell me who I am»); y especialmente ‘Touch’, el musical de Paul Williams, con coros infantiles, un desarrollo interesante (parecía que se cargaban el final, por suerte no) y en uno de sus momentos un vehículo para la llegada de ‘Get Lucky’, tema al que precede. Sin embargo, es un producto confuso e indeciso, pero también loable en su intento setentero al margen de toda moda y -¡sorpresa!- único. Entre pros y contras, quizá peor que un disco malo: aburrido como la nota que merece.
Y es que aunque es muy tentador afirmar que Daft Punk han hecho un álbum que aprueba por los pelos o que incluso suspende la dura prueba a la que ellos -o su sello- han decidido someterse, tengo cierta debilidad por este tipo de discos imperfectos, de buenas ideas regularmente ejecutadas y de ideas peregrinas desarrolladas con sofisticación… pero también de canciones identificables y con cierta personalidad, aunque en este caso no se sepa si la de ellos o la de otros. A pesar de estos errores garrafales, estoy seguro de que volveré más sobre al menos la mitad de este ‘Random Access Memories’ que sobre el hype de turno ejecutado a la perfección.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Get Lucky’, ‘Doin’ It Right’, ‘Contact’, ‘Giorgio Moroder’
Te gustará si te gusta: un cruce raro entre Chic, Air y Supertramp
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