Jesús Llorente: «Todo el mundo quería olvidar la música de los pubs, el «pop-rock español»»

Acuarela, uno de los sellos más carismáticos del indie español, cumple 20 años. La celebración está siendo fiel a su espíritu: nada de fanfarrias, sí búsqueda del detalle. Por ejemplo, se nota en que los eventos van a abarcar desde abril de este año hasta febrero del que viene. Es el mismo lapso de tiempo que tardaron en publicarse las dos primeras referencias de la etiqueta: el primer EP de Sr. Chinarro y su primer álbum. O en las veinte cajas que su fundador, Jesús Llorente, está preparando: en cada una van a ir discos, material gráfico, camisetas… Eso sí, sin repetir nada en ninguna de las veinte. O en las cuatro cápsulas del tiempo donde se incluirán objetos de coleccionista, prácticamente inencontrables. Incluso en un disco de Hood que no llegó a publicarse y que dos décadas después verá por fin la luz. Hasta en el concierto de esta noche (28 de mayo) en el Teatro Reina Victoria de Madrid, donde actuarán Bored Spies, Julie Doiron y Antonio Luque, a pesar de que Sr. Chinarro lleva casi el mismo tiempo fuera del sello que el que estuvo en él. No importa: en Acuarela importa más lo intangible, el sentimiento de pertenencia, que lo que figura en un papel. No en vano, Llorente nos cuenta que en su relación con los artistas no hay contrato de por medio.

Charlamos con el fundador de Acuarela en un domingo en el que se entremezclan la lluvia y la luz, como en un tema de Mus o de Migala. Llorente, a pesar del mechón de canas que puebla su barba y de las arrugas bajo sus ojos muy abiertos, habla con pasión adolescente de las duras y las maduras, de la época en que todo era una aventura, del papel de la prensa, desde los fanzines a los blogs, y, sobre todo, de grupos y más grupos.

Todo empezó con la frustración
Cuando dicen que un crítico es un músico frustrado… Yo creo que los músicos frustrados hacen sellos, no escriben sobre música. Me di cuenta desde muy joven de que no podía tocar ningún instrumento, no tenía oído musical, entonces de la única forma en que podía rodearme de algo relacionado con lo que me gusta es ser un poco una parte privilegiada, que puede escucharlo y opinar aunque no se imponga.

El comienzo de una aventura
Me vine a vivir a Madrid con 17, fueron dos o tres años de muchísimos conciertos, de ponerte a vender el fanzine -Malsonando- en la puerta del concierto de El regalo de Silvia con Surfin’ Bichos y vender cien números, y ligar con chicas… Era una sensación de efervescencia y de que todo el mundo quería olvidar la típica música que encontrabas en los pubs, el “pop-rock español”. Tampoco estábamos satisfechos con la música alternativa de aquella época, y de repente aparecen Los Planetas, Sr. Chinarro o Penélope Trip. Que dentro de lo débil que eran sus discursos en aquel momento, era un cambio total. La diferencia entre entonces y ahora es que podía venir un grupo que no conocía nadie, de Bristol, que solo sabías que hacían pop y se parecían a The Wedding Present, y se llenaban las salas. Lo que había era ganas de descubrir cosas, de ir a conciertos, de opinar, de peleas verbales, de no hablarte con alguien porque no le gustaba un disco… Esa pasión estaba por todas partes. Ahora puede haber trolls y mala leche en los blogs, pero discutir e irte a tu casa encabronado porque esta persona no reconoce que este disco de Teenage Fanclub es una copia de Big Star, eso pasaba.

La primera gira
La primera gira que organizó Acuarela era la de Moonshake, y en esa furgoneta estaba Víctor Lenore, estaba yo y, aparte, Bilinda de My Bloody Valentine, Laetitia Sadier de Stereolab, Terry Edwards -que luego ha tocado con Spiritualized, Nick Cave, Tindersticks- y David Callahan, el de Moonshake, que también había estado en The Wolfhounds. Pasa el tiempo y dices: toda esta gente ha hecho muchas cosas en la música. Me gustaría repetir esa gira y documentarla, con la misma furgoneta y la misma gente, porque podíamos hacer Barcelona-Cádiz en una noche. Es algo que me interesaría hacer.

Dejar hacer
En muy pocas ocasiones en 20 años he dado alguna sugerencia y he dicho “quizá esta canción no debería estar en el álbum” o “habría que grabarla otra vez…” Me sale así y a veces se ha tomado muy mal, se ha confundido con la dejadez. Sobre todo grupos que venían de otros sellos, por ejemplo Manta Ray, Schwarz o Remate. No soy de ir al estudio de grabación ni de opinar. En alguna ocasión me he arrepentido, no tanto en el tema musical como en el de portadas, o el de estrategia… Pero en cuanto a la música creo que me ha ido mucho mejor no alterando o influyendo en el proceso creativo. Creo que la única vez que he dicho “aquí hay una canción que no tiene que ver en este disco” fue en el primero de Migala, ‘Diciembre, 3 a.m.’. Era de un guitarrista que dejó el grupo y ya no estaba en él cuando grabaron, pero por alguna razón se grabó. Se llamaba ‘Schizo-doubt’ y de hecho aparece en la primera edición del disco, para la segunda les propuse quitarla. Era un rollo lo-fi, Sonic Youth, que no pegaba nada, y la gente estuvo de acuerdo y se quitó.

Cuando un grupo se iba a una multi
Por un lado decías “mira, tenía razón con estos grupos” y por otro sentías un poco de pena por la mayoría porque no es lo mismo que tu jefe sea Carlos Subterfuge, al que puedes llamar en cualquier momento, echarle una bronca o felicitarle, que hacer lo mismo con alguien de una multinacional, que probablemente cuando pasen unos meses la persona que te ha fichado ya no está en su puesto. Sucedía muchas veces que los grupos se quedaban huérfanos, en tierra de nadie y tú lo sabías, pero daba igual: por mucho que se lo explicaras a los grupos, no lo comprendían, y probablemente si yo hubiera estado en un grupo tampoco lo hubiera asimilado. Era una doble sensación: pena porque sabías que no iba a salir bien en un 99% de las veces y orgullo en muchos casos porque todavía en esa época los padres de la gente que hacíamos los sellos nos decían: “eso no va a ningún lado, trabaja en una empresa de verdad”. Pues mira, la empresa de verdad se está llevando cosas con las que nosotros empezamos a trabajar.

Decir que no
Yo tenía un contrato con Astrud -muy amateur, cuatro chorradas escritas- y cuando llegó Virgin lo gestioné fatal todo porque tenía muchas reticencias con Javier Liñán, que era el que llevaba Chewaka [la rama indie de Virgin por aquel entonces]. Liñán había fichado a Amaral y a Chucho por la misma época. No me fiaba de él y me tenía que haber fiado, intentó implicarme a mí en el proceso pero yo pasé de todo y al final quedé mal con todo el mundo, no gané tanto dinero -de hecho, no gané demasiado- y todo el mundo quedó a disgusto. Era un momento de minicrisis para Acuarela, no tenía pasta, me hicieron una oferta para trabajar de A&R en una multi -prefiero no decir cuál-, en el apartado indie. Me hicieron una oferta y yo la rechacé. Recuerdo que fueron seis meses -tenía 22 años- en los que vinieron mis padres a Madrid y yo me fui a vivir con ellos, y después de haberme ido de casa con 17 años fue como… qué estoy haciendo en la vida. Pero dije que no y fiché a Mus, fiché a Astrud y fiché a Migala de una tacada. Y empezaron a irme las cosas bien. Y el hecho de que a una de las cosas que me iban bien, que era Astrud, rápidamente le hicieran una oferta, por un lado me reafirmó en que tenía buen ojo fichando grupos nuevos, y por otro lado no me gustó.

“Chinarrearse”
Si el disco me parece una basura prefiero no sacarlo. Me ha pasado poco pero me ha pasado por ejemplo con Balago, les fiché y les pagué una grabación, con David, de Beef y luego de La Estrella de David, creo que costó 50.000 pesetas. Escuché el máster y no me gustó, sonaba a Sr. Chinarro, era lógico porque estaban entrando en Acuarela y les pasa a muchos grupos: entraban y querían hacer lo del grupo del sello que tiene éxito. Se “chinarreaban” y luego se “migaleaban”. Y les dije: “El máster es vuestro, no me debéis ningún dinero, pero no voy a sacar este disco porque no voy a poder defenderlo”. Se cabrearon mucho pero se hubieran cabreado más si lo saco y no lo sé defender. Tienes que intentar estar orgulloso de todo lo que saques. Aunque vendas cero copias. Me ha pasado con La Jr., un grupo que me encanta pero no vende. No encuentran su público o su público no les encuentra a ellos. Llega un momento en que no puedes seguir trabajando con ese grupo porque ellos se desmotivan, tú te desmotivas y no puedes estar sacando discos de grupos que no venden nada. Se supone que lo que intentas es contagiar a la gente tu pasión por una música. Si no logras eso es que te estás equivocando.

El 15 aniversario fue muy deprimente
Ayer vi un resumen año a año de Eurovisión. En el año del Chiquilicuatre, recuerdo que hicimos una fiesta de 15 aniversario en Galileo (Madrid), en la que tocaban Apse, Bracken, Xiu Xiu y un grupo español que no recuerdo. Fue de las únicas veces en nuestra historia que ha ido menos gente que la entrada anticipada. Vendimos 80 o 90 anticipadas y vinieron 70. Y recuerdo esa tarde ver a gente con bolsas de comida por la calle porque iban a ver Eurovisión, y fue un momento muy, muy bajo. Esa noche después del concierto me emborraché muchísimo y me fui a la oficina, me puse a escribir cosas en Facebook que luego borré rápidamente. Fue un momento bastante malo. También aprendí a no tener mucha esperanza en las cosas que hacemos, sino convicción. Me he dado cuenta de que tengo que anteponer la convicción a la esperanza. Por otro lado, ya con 20 años de sello, me doy cuenta de que hay un patrimonio… A los 15 años no llegué a percibirlo de un modo tan nítido pero ahora sí. Los 15 fueron muy deprimentes. Los 20 los veo de forma muy diferente, soy mucho más optimista.

La prensa musical
Acuarela se convierte a veces en proveedor de contenidos a los medios. Antes te proponían cosas, y ahora… Antes tú mandabas una nota de prensa, ahora no te limitas a eso, tienes que crear contenidos, proponer cosas. No hay industria, no hay por qué seguir el ritmo de una industria que no existe. Por qué dedicarte a hacer todas las críticas de todos los discos que salen, de todos los conciertos que vienen, del mismo grupo que va a salir en Go, en Rockdelux, en Muzikalia… ¿No tiene más sentido decir, por ejemplo, “vamos a mandar a este tío a Bristol, a ver qué queda de aquella escena”? Toma estos contactos, vete y hazme un artículo. ¿Qué te puede costar? No tanto, pero va a salir algo interesante y que te inspire, y creo que hay posibilidad de hacer algo así. Creo que hay mucho interés en la gente que lee música… Hay tantos temas no tocados: las películas que ha hecho Will Oldham/Bonnie ‘Prince’ Billy, la relación entre Cat Power y Smog…

El pop no funciona
Todo lo que es Acuarela responde a lo que me ha gustado a mí en cada momento, sí es verdad que en todo lo que hemos sacado de pop, como Flow, Bis o Astrud -quitando a los Wave Pictures-, no nos ha ido demasiado bien. Yo creo que porque el sello tiene una cosa, y es que mucha gente se compraba los discos porque eran de Acuarela pero también mucha gente no se los compraba porque eran de Acuarela. Todo lo que variaba un poco quedaba en tierra de nadie: ni gustaba a los que se compraban el catálogo, ni quienes no lo hacían los descubrían. Por esa razón no funcionaba.

Promotores que se disfrazan de autoedición
Me hace gracia lo de Marxophone, por ejemplo. Me parece muy respetable y me llevo muy bien con la gente que lo organiza, pero hay también fórmulas propagandísticas para hacer creer a la gente que cuando te compras el disco de Nacho Vegas es el propio Nacho Vegas quien te está metiendo el CD en un sobre y con su saliva lo pega y te lo manda, cuando en realidad se trata de promotores de conciertos o managers que de repente crean un sello. Un montón de grupos que se autoeditan y un montón de empresas que se supone que facilitan las cosas a los grupos de forma democrática en realidad son sellos discográficos encubiertos que se autopromocionan muy bien. Aparte de eso, la autoedición me parece un poco como el crowdfunding. Un grupo puede contar con sus amigos, sus colegas y sus fans para un disco. Pero, ¿hasta qué punto, cuando saques el siguiente, vas a volver a pedirle a la gente que te financie? Empieza a tener una categoría de limosna. Un grupo se siente mucho mejor, a no ser que hayas tenido una mala experiencia y la discográfica te haya puteado, reuniéndose con alguien y que esa persona les diga que les apoya, les va a dar tanto dinero y les va a apoyar en todo, que no se preocupe de nada. Con lo cual, el momento en que te entra una depresión porque has dado diez conciertos y han ido cinco personas, y no vendes discos, si tienes a alguien que te dice “apuesto por ti pase lo que pase”, es un apoyo que es impagable.

El número de grupos ideal
Es un manejo muy personal de la situación, pero creo que entre ocho y diez. Depende de qué tipo de relación tengas con ellos, en mi caso son todos parejas de hecho, no hay contrato, se pueden ir cuando quieran. Eso provoca que a veces Acuarela sea un lugar de paso o que otras veces sea la plataforma de una carrera larga, como pasó con Chinarro, o una carrera completa como pasó con Migala o de momento Nacho Umbert. Lo que le digo a un grupo que ficho hoy mismo es: «quiero estar vinculado a lo que hagas, quiero trabajar contigo y lo único que te pido es que si alguien más te hace una oferta, avísame antes y dímelo, para no hacer el gilipollas». Normalmente me avisan pero hay quien no. Remate, por ejemplo, pero entiendo que lo hiciera porque mi relación con Remate era demasiado personal, a veces cuando la relación es muy personal no te dices cosas que te dirías… Había cosas que callabas para no joder la relación. Como había tan buena relación personal lo dejamos pasar, y me enteré de un día para otro que fichaba por Mushroom Pillow. Me enteré por la prensa.

Las satisfacciones
Conocer a Antonio Luque, creo que es el único genio que he conocido en persona, es un genio tanto escribiendo como en el trato personal o cómo se maneja en la vida. Otra satisfacción es haber ido de gira con Migala, cuando tocaban en París ante 600 personas y les teloneaba Piano Magic, o en EE UU. Y conocerles a ellos como personas, te hacían sentir como parte de su familia. También cuando alguien se encuentra en un mal momento personal, que seas capaz de motivarlos y de encauzar toda esa rabia o esa pasión que está llevando por un camino oscuro que hacia algo que a lo mejor es una catarsis pero sabes que les va a venir bien, también es una satisfacción.

Los músicos son marcianos
Otra satisfacción es haber conocido a un montón de gente que tiene un talento del que yo carezco por completo y que sigue haciendo que parezca vivir en una sala de hologramas de ‘Star Trek’, en una especie de fantasía de ciencia ficción pero muy tangible. Me parecen marcianos, los que hacen música, no entiendo de qué mezcla de talento, creatividad y esfuerzo sale todo lo que hacen, y me sigue fascinando y algún día me gustaría poder escribir sobre eso, sobre el proceso creativo. Son gente cuyo talento me parece fascinante, digno de estudio y que algún día espero descifrar.

Un pronóstico
Me gustaría tener muchas menos deudas, deudas endémicas. Hay un montón de deudas que se producen porque a ti también te deben, y este ha sido el caso de Acuarela. Me gustaría que no me debieran nada y yo no deber pasta, eso para los próximos 20 años ya es suficientemente importante. Por otro lado, mantener el entusiasmo ante algo que me sorprenda, por ejemplo con un grupo que ha sacado dos singles, El Faro. Les conocí en un local de ensayo en Tenerife, y tuve la misma sensación que al escuchar los primeros ensayos de Los Planetas, de Nacho Vegas o de Sr. Chinarro, una sensación de “¿les digo a este grupo lo mucho que me fascina lo que están haciendo y lo buenos que van a ser aunque tocan como el culo, aunque no tengan técnica de nada? ¿Les digo lo entusiasmado que estoy y por tanto que no trabajen para ningún otro sello, o me callo para no parecer un exaltado?” Ante esa dicotomía nace un fichaje o no nace. Me gustaría mantener esa incertidumbre, cuando lo sientes es algo muy especial.

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Publicado por
Marcos Domínguez