Su íntima relación con producciones de escasa calidad le valió siempre el desprecio de la crítica musical, que no se lo tomó en serio. Solo cuando, a finales de los 90, la música lounge de los 70 recuperó auge gracias al acid-jazz y estilos similares, Santisteban recobró crédito gracias fundamentalmente al empeño del sello Subterfuge, que creó el subsello Música para un guateque sideral en el que recuperaría antiguas grabaciones del autor, masterizadas y editadas siempre bajo su supervisión y con su total implicación.
Así, álbumes como ‘Verano del 72’, ‘Jazz natural’ o ‘Café Ipanema’ sirvieron para poner en valor la calidad de composiciones como ‘Zorongo’, ‘The Girl From Spain’ o ‘Sabor a fresa’, preciosos retratos en los que jazz, soul, funk y bossa se fundían. Pero además, a menudo se olvida mencionar que también compuso decenas de canciones para artistas como Lola Flores, Karina, Peret, Carmen Sevilla (el pop que aquí reinaba hace cincuenta años, no lo olvidemos) y, sobre todo, Bambino, para el que escribió canciones como ‘Culpable’ o ‘Mi amor es mío’.