De este “hype” es responsable también el primer gran single del grupo, ‘The Hearse’, que incluye organillos sintéticos tipo castillo embrujado de película de terror de serie Z y un estupendo diálogo entre guitarras de tapiz ochentero, amén de una aportación vocal protagonista, la de Tinder, que recuerda a los crooners de los años cincuenta. Wampire además añaden un punto de tenebrosidad gótica a su propuesta gracias a sus teclados, con los que juegan para crear no solo efectos de organillo de feria (‘Spirit Forest’) sino también sonidos extraños a menudo entre lo narcótico (‘Outta Money’) y lo directamente friki, que no obstante suponen en más de una ocasión buenos ganchos melódicos, como es el caso de ‘Trains’, la canción destacada de la segunda mitad del disco.
A toda la riqueza instrumental de ‘Curiosity’, muy bien puesta por el bajista de Unknown Mortal Orchestra Jacob Portrait, productor del álbum –él, como Wampire, es de Portland, por lo que no extraña la conexión–, hay que añadir que otro de los elementos positivos de Wampire, además de la coherencia en su sonido añejo, son sus melodías. Si bien muy lejos en calidad de las de otros grupos como Tame Impala o los mismos Ariel Pink, que también han abrazado la psicodelia como parte fundamental de su discurso, Wampire saben escribir una canción. ‘Orchards’, sin ir más lejos, se pega bastante y la de ‘Giants’, aunque tonta, es efectiva en su inmediatez. Aun así, rara vez superan la calidad de ‘The Hearse’ ni siquiera en los números más energéticos (‘I Can’t See Why’), lo cual, después de más de una década de existencia, no les deja en muy buen lugar, por muy estupendas que sean sus influencias.
Calificación: 6,8/10
Lo mejor: ‘The Hearse’, ‘Orchards’, ‘Spirit Forest’, ‘Trains’
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Escúchalo: Deezer