Laura Marling / Once I Was An Eagle

Pocos -diría que nadie- se imaginaban en 2008 que aquella adolescente que debutaba con ‘Alas I Cannot Swim‘ sería algo más que carne de las páginas musicales en revistas de moda femenina. Pero, cinco años después, Laura Marling ha demostrado una seriedad y una madurez (con apenas 23 años) fuera de toda duda, ganándose el respeto y la admiración de la prensa y el público más expertos con álbumes como ‘I Speak Because You Can‘ y, sobre todo, ‘A Creature I Don’t Know’, en los que se confirmaba como una cantautora folk de gran calado y con un futuro brillante. Ahora nos llega este anunciado ‘Once I Was An Eagle’ y, de nuevo, solo queda rendirse al talento de esta joven británica, esta vez aún más austera que en su anterior obra pero no por ello menos deslumbrante.

Laura, tras terminar la grabación de este álbum, ha dejado su vida en Reino Unido y se ha marchado a vivir a Los Ángeles, donde es casi una completa anónima. Otra, en su lugar, probablemente se abandonaría a saborear las mieles de la fama y a disfrutar de los privilegios de ser una joven de éxito. Prácticamente cada día vemos a alguien en televisión ponerse en evidencia a sí mismo para lograrlo. Pero Marling es una chica con una madurez impropia para su edad y eso se refleja, por supuesto, en sus canciones. En esta ocasión, la británica se desnuda más que nunca, tanto en lo estrictamente musical como en unas letras en las que deja a un lado el fuerte componente literario de su anterior álbum para ser mucho más explícita y clara. Aunque no por ello menos brillante.

Apenas Ethan Johns, su productor habitual, y su amiga y chelista Ruth de Tuberville (con la intervención ocasional de Rex Horan al bajo) han sido los únicos instrumentistas que han participado en ‘Once I Was An Eagle’, compuesto por nada menos que dieciséis cortes de aspecto esquelético, nunca frágil. La fabulosa voz y la guitarra de Marling son incontestables protagonistas del disco, recayendo en ellas todo el peso de estas canciones, lo cual, en contra de lo que pudiera parecer, no es sinónimo de dulzura ni amabilidad. Como mostró en ‘A Creature I Don’t Know’, Marling puede ser verdaderamente oscura y dura detrás de ese aspecto físico delicado y bonito. Se trata de un disco con momentos fulgurantes como ‘Master Hunter’, ‘I Was An Eagle’, ‘Where Can I Go?

‘ o ‘Once’, pero algo árido por el minimalismo de sus arreglos, por la reiteración de esquemas compositivos y por su extensión (algo más de una hora que debería haber recortado, en mi opinión). ‘Once I Was An Eagle’ está distribuido en dos partes marcadas por un interludio, que se distinguen claramente por emplear un tono solemne y seco, en la primera mitad, y más luminoso en la segunda.

Esa división también se refleja en sus letras, certeras y bellas, un arma poderosa que ella no duda en erigir en protagonistas con esa producción tan limpia y su versátil y hermosa voz en primer plano. En la primera parte se rebela contra la dictadura del romance, despedaza las convenciones sobre el enamoramiento y las relaciones de pareja con frialdad, y situando el sexo como verdadero motor de las relaciones. Especialmente clara es ‘Devil’s Resting Place’ en la que se explaya con imágenes sexuales como «si quieres beber de mí, toma lo que quieras. Detesto decir que es el sabor del diablo» o «sube aquí arriba y mírame a la cara, cualquier hombre que resista mi mirada es que ha hecho bien su trabajo». En la segunda, sin embargo, pliega momentáneamente, clamando por un poco de ingenuidad (‘Undine’) y añorando la inocencia perdida (‘Where Can I Go?’), con cierta amargura al afrontar la madurez (‘Once‘). Pero, de nuevo, la incapacidad de amar (‘Pray For Me’) y lo efímero de la felicidad en una relación (‘When Were You Happy? (And How Long Has That Been)’ afloran inevitablemente. Aunque en ‘Love Be Brave’, por fin, canta «¿cómo puedes hacer que el amor parezca tan dulce?». Quizá no sea tan dura como quiere aparentar.

Resulta, además, especialmente fascinante su forma de referenciar continuamente unas canciones en otras, recurriendo a personajes o figuras que había utilizado previamente, incluso en otros álbumes (aquí regresa esa Bestia en torno a la que giraba ‘A Creature I Don’t Know‘). No parece posible disfrutar completamente de ‘Once I Was An Eagle’ sin leer sus textos pero, además, se trata de un gran disco de folk. Como decía más arriba, los avances del disco son brillantes, pero también lo es la solidez de su conjunto. El mejor ejemplo de esa solidez es el grupo formado por los cuatro primeros cortes, una única pieza (de ahí que fueran objeto de un fantástico cortometraje) compuesta por elementos con entidad propia pero dentro de unos parámetros estilísticos muy similares, que se entrelazan musicalmente. Ese bloque conforma uno de los puntos álgidos del álbum y posiblemente de su carrera, la cual continúa en una progresión imparable y pasmosa, acercándose ya a su obra maestra.

Calificación: 7,9/10
Lo mejor: los cuatro temas iniciales, ‘Where Can I Go?’, ‘Master Hunter’
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Escúchalo: Deezer

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Publicado por
Raúl Guillén