‘El hombre de acero’: el evangelio según Superman

Tiene 33 años, obra milagros, creció en una humilde granja, de vez en cuando habla con el fantasma de su todopoderoso padre para que le diga qué hacer y, por supuesto, está dispuesto a sacrificarse para salvar a la humanidad y exculparla así de todos sus pecados. ¿Jesucristo Superstar? No, Superman según Zack Snyder. Cosas que ocurren cuando nolanizas sin ser necesario.

La búsqueda de la trascendencia no es siempre el camino adecuado. Claro que a ver quién es el guapo que se atreve a decírselo a Christopher Nolan, que aunque esta vez no dirige, es el guionista e ideólogo principal de este reboot. Un autor con razón intocable desde que resucitó la franquicia Batman con un recurso, el de ponerse serio con el cómic, que años antes le valió al pobre Ang Lee feroces críticas por intentar hacer de ‘Hulk’ una película de autor.

Independientemente de si fue justo o no aquel linchamiento (el que esto escribe está muy a favor del experimento del taiwanés), está claro que no todos los superhéroes admiten que se les añadan capas y capas para darles profundidad y relieve. Que por poder se puede, pero lo que consigue Snyder en ‘El hombre de acero’ es algo similar a lo que conseguiría Garci dirigiendo ‘Django Desencadenado’ o Tim Burton poniéndose al frente de ‘La lista de Schindler’ aprovechando que sabe rodar en blanco y negro.

Tampoco es que las últimas aproximaciones cinematográficas al héroe sean dignas de pasar a la historia. De hecho, más allá de las dos primeras partes de la saga protagonizada por Christopher Reeve no hay mucho más que rascar para la posteridad. No al menos cuando se deja guardada la nostalgia. Pero hasta en esto falla esta nueva versión millonaria, ya que por más guapo y musculado que sea Henry Cavill y por muchos Oscars que algún día pueda tener en casa Amy Adams ninguno nos hace olvidar a Reeve y a Margot Kidder volando delante de un croma.

No son los únicos que no aguantan la perspectiva histórica. La música de Hans Zimmer, por ejemplo, se queda esta vez en nada comparada con la de John Williams. Y Russell Crowe habría dado el pego como padre de Superman a lo Brando de no ser por ese prólogo interminable que nos hace dudar si estamos viendo un remake de ‘Matrix’ protagonizado por Jar Jar Binks con diseños de ‘Avatar’ reciclados. Eso por no hablar, entre otras muchas lindezas, de cómo termina el personaje de Kevin Costner, padre terrestre de Clark Kent, en una secuencia que te hace cuestionar quién de los dos tiene superpoderes; o del exagerado uso de flashbacks pasados por filtros Instagram a lo ‘Vírgenes suicidas’. Al menos en lo de no ponerle los calzoncillos por fuera sí han acertado, mira tú que cosas. ¿Quién dijo puristas?

Los habrá que dirán que la culpa de esta decepción es nuestra por haber caído hipnotizados también por los cantos de sirena de la nolanización. Por esperar de cada película basada en un cómic el nuevo gran drama. Es posible. Tanto que muchos pediríamos perdón por ser tan previsiblemente pedantes si ese hubiera sido el único tono escogido para contar esta historia. El problema es que entre escena trascendente por aquí y recuerdo de una infancia marcada por allá aparecen secuencias de pura acción palomitera tan bien rodadas y tan disfrutables que el corazón domina a la razón. Y eso no hay quien lo cambie. 5

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Publicado por
Claudio M. de Prado