Baths / Obsidian

De la escena de “beatmakers” procedente de Los Ángeles de la que surgió Flying Lotus, Baths es probablemente su propuesta más accesible. Las razones ya eran evidentes en su primer disco, un ‘Cerulean’ a medio camino entre la electrónica paisajística y el pop intimista que nos presentó a un músico de electrónica imaginativo pero también a un sensible escritor de melodías, capaz de unir los dos mundos con resultados notables, aunque por momentos de forma algo dispersa e indecisa. En ‘Obsidian’, no obstante, ese equilibrio es tan sólido y único como la roca a la que referencia su título.

Un título, por cierto, nada casual. Tras pasarse meses en la cama de un hospital luchando por su vida por culpa del E.coli, aquel virus que mató a 33 personas en Alemania en 2011, Will Wiesenfeld –el hombre detrás del proyecto– se decidió a escribir su segundo álbum a modo de impulso catártico. El resultado es una obra lúgubre y honesta con la que su autor perfecciona su estilo al mismo tiempo que expresa sus frustraciones con la vida (‘No Eyes’) y el amor (‘Incompatible’). Es un estilo esta vez más cercano a las estructuras convencionales del synth-pop en los ritmos (‘Miasma Sky’, la industrial ‘Earth Death’) y de la poesía en las letras (‘Worsening’), pero con un fondo mucho menos amable en el que la muerte, aunque también el amor, está muy presente.

La muerte es de hecho el tema principal de muchas de las canciones destacadas. En ‘Miasma Sky’, Wiesenfeld entona “¿dónde está Dios cuando más se le odia, cuando las bocas de la tierra vienen a morder mis ropas?”. En ‘Phaedra’, por otro lado y de manera más explícita, Baths confiesa tener “la idea de la muerte latente” en sus pensamientos y en ‘Ossuary’ esa imagen parece todavía más escalofriante y tangible, cuando canta “entonces desperté / retorciéndome y temblando / como una anguila fuera del agua / como si la tumba fuera mía”. Hay que aplaudir el talento de Baths como poeta porque con una lectura a la letra de estas canciones dan ganas hasta de publicarle un libro, pero si ‘Obsidian’ maravilla más que por otra cosa es gracias a la bella música que contiene.

La pieza clave de ‘Obsidian’, en ese sentido, es ‘Ironworks’. Ese sonido como de lápices revolviéndose y chocando unos con otros junto al delicado uso de las texturas, los evocadores arreglos de cuerda y piano (Baths estudió música clásica de niño) y esa melodía vocal que pone los pelos de punta, resume la esencia de este disco. Y es que si en ‘Cerulean’ el particular estilo de Baths, el de las bases enriquecidas con sampleos y cuerdas, existía ligeramente por encima de las canciones, en ‘Obsidian’ Wiesenfeld ha conseguido casar sus mayores talentos de una manera que resulta difícil imaginar, de nuevo, más equilibrada. ‘Obsidian’ es, en resumen, la gran obra pop de alguien que ha sobrevivido a la muerte y nos ha querido contar su viaje, un viaje con recompensa.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Miasma Sky’, ‘Ironworks’, ‘No Eyes’, ‘Ossuary’
Te gustará si te gusta: Toro y Moi, iamamiwhoami, Shlohmo, The Postal Service
Escucha: el disco de Baths en Deezer

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Publicado por
Jordi Bardají
Tags: baths