‘El guardián invisible’ (Destino) ha sido la gran revelación española de este año en el género negro. La desconocida Dolores Redondo ha cumplido el sueño de todo escritor debutante en dicho género: publicar con Destino (la editorial que publicó a Stieg Larsson), vender los derechos en 13 países, y que los productores de ‘Millenium’ hayan adquirido la trilogía (porque va a ser una trilogía) para llevarla al cine. Un exitazo para una novela que, además, está muy, muy bien.
Muy, muy bien a pesar de sus evidentes defectos, claro. El más grave es lo previsible que resulta en muchas ocasiones. Para alguien que haya leído más de tres novelas en su vida es difícil, por ejemplo, no anticipar el final. Y no me refiero al desenlace de la intriga policíaca, que está más o menos conseguido, sino al final, final. Está muy bien querer “cerrar” así una historia, pero ¿por qué dar tantas pistas? ¿Por qué hacerlo tan predecible?
Otro defecto está en la deficiente construcción de algunos personajes, en especial el marido de la policía protagonista. Un comprensivo, alegre, inteligente, guapo, prestigioso (y demás virtudes que se te ocurran) escultor americano que, como un Hemingway de novela rosa, se quedó a vivir en Pamplona fascinado por los, sí, Sanfermines… Como fantasía femenina navarrica, vale, tiene su gracia, pero como personaje de thriller produce más bochorno que ver a Leticia Sabater buscando trabajo
.Entonces, ¿qué es lo que hace a ‘El guardián invisible’ una novela tan sugestiva y atractiva? Su atmósfera; su irresistible y fascinante atmósfera. La escritora combina con gran habilidad lo real y lo mitológico, la minuciosa investigación policial de unos crímenes rituales y las tradiciones y leyendas de la región donde transcurre la novela: el pueblo Elizondo y el valle del Baztan.
Un territorio mítico, como de perverso cuento de hadas (hay referencias a Caperucita o Blancanieves), que tiene que ver con la infancia de la policía protagonista, con sus recuerdos, fantasmas y miedos más profundos. Una región de Euskal Herria dominada por las etxekoandreak, mujeres fuertes, “brujas” de saberes ancestrales que forman matriarcados y gobiernan las familias.
‘El guardián invisible’ es una novela perfecta de verano. Un entretenido thriller con asesino en serie, un intenso y catártico drama familiar, una reflexión acerca de la maternidad, un cuento macabro lleno de magia y oscuridad, y una invitación a comer chocolate con avellanas en Malkorra, pasear por Elizondo entre la niebla y bajo el txirimiri o internarse en el bosque en busca del mítico Basajaun. 7,9.