Clásicos Que Nunca Lo Fueron: ‘Flying Color’ de Flying Color

Título: Flying Color
Artista: Flying Color
Sello: Grifter/Frontier (1987)

Todavía no habíamos hablado en esta sección de grupos de un solo disco, bandas con una única aportación a la historia del pop, genial pero no suficientemente recordada. El disco ‘Flying Color’, del grupo norteamericano del mismo nombre, es perfecto para subsanar esa ausencia, porque pocos LPs hay tan perfectos en su efímero brillo. Grabado entre 1986 y 1987 en San Francisco, el disco recogía diez canciones producto de los tres años de actividad desde su formación en 1984, refinadas tras todo ese tiempo tocando en directo y buscando discográfica. Flying Color fueron un grupo particular de la escena de la Costa Oeste, debido a su núcleo de tres compositores-cantantes: Héctor Peñalosa, procedente del influyente grupo de punk-rock chicano The Zeros; Dale Duncan, del grupo Love Circus; y un tercer músico sin experiencia previa llamado Richard Chase, que compartía piso con Peñalosa.

Esa particularidad, unida al hecho de que cantasen en armonía de tres voces algunas de sus canciones y un cierto aspecto mod, les granjeó comparaciones con los Beatles y los Byrds, a mi parecer exageradas. Lo suyo era en realidad «jangle pop» de guitarras, más emparentado con R.E.M. (unos R.E.M. románticos, eso sí), o con grupos del movimiento Paisley Underground, pero en definitiva no más influenciado por los ancestros del pop que otros muchos grupos de aquella década. Con la cualidad añadida de que escribían melodías mucho mejores que la mayoría de ellos. Y es que estamos ante uno de los mejores discos de pop de guitarras de los 80. Y si no, escúchese esta perfecta primera canción del disco, ‘Dear Friend’, un maravilloso ejemplo de esa venenosa combinación tan propia del pop: melancolía y melodía.

Temazo de comienzo, y otra canción más que añadir a la lista de no-hits radiofónicos que deberían haberlo sido, con ese estribillo que culmina en el imponente verso “I will share my heart with you”. Una canción compuesta por Dale Duncan pero cantada por Peñalosa y que marca el tono del resto de este disco grabado en el estudio doméstico de Tom Mallon, un histórico de la escena de la Bahía de San Francisco que venía de ser ingeniero de sonido de discos como los dos primeros de Chris Isaak, y que tocaba también en American Music Club. Y que es quien por cierto subió hace tres años a Youtube el encantador vídeo anterior, el único promocional que existe de Flying Color. En 1987 Mallon les propuso grabar para su sello Grifter Records, y así, sin tener que pagar un estudio profesional, se pudo gestar el disco, cuya brillante pieza de comienzo empalma casi sin solución de continuidad con la segunda, quizá la más bella. ‘It Doesn’t Matter’, escrita por Richard Chase, es un sueño de acordes menores, acústicas cristalinas, ecos evocadores y una secuencia de acordes impecable y excitante. Una canción de desamor con el tipo de frases que desarman y hacen a un oyente adolescente y enamoradizo sentirse totalmente identificado: “no importa lo que él dijese / lo que teníamos nosotros era más grande que él, de todas maneras / no es un secreto, debes estar ciega / los corazones rotos y las mentes vacías nos separaron, así que no pierdas el tiempo con él”.

La cara A continúa con dos temas más de Dale Duncan y uno de Héctor Peñalosa: ‘One Saturday’ es una joya de voces dobladas, armonías y riffs con «twang», con otro de esos estribillos de los que Flying Color eran especialistas: el raro arte de conseguir que en esa parte de la canción el tono se vuelva sublimemente melancólico y a la vez dé subidón. ‘Through Different Eyes’ (Peñalosa) altera el tono del disco deliciosamente, con un refrescante cambio de ritmo y guitarras pop pero riffs más pesados, que contrastan con las acústicas y una melodía absolutamente pop. ‘Tumble’, que cierra esta primera cara, quizá es la canción que más podría recordar a los Beatles, especialmente por esa armonía a dos voces de las estrofas, pero que en realidad es puro Big Star, en forma y fondo.

La cara B se inicia con la canción más power pop, un disparo de guitarras titulado ‘Believe, Believe’, compuesto a medias por Peñalosa y Duncan, dos minutos y medio adrenalínicos que despejan el camino para la otra gran canción del largo, clásico perdido donde los haya: la canción de despedida ‘Farewell Song’, una obra maestra perdida que solía sonar por cierto a primeros de los noventa en Flor de Pasión, en todo su esplendor de guitarras «jangle».

Compuesta por Duncan pero cantada por Chase, es otra de esas grandes canciones del primero, y que mostraban un talento que años después, con Flying Color ya disueltos, volvería a brillar en el grupo Map Of Wyoming, y quizá es también la canción a la que se refiere Richard Chase en las notas de la reedición de 1996, en las que habla del extático momento en el que un guitarrista cambia de Sol mayor a Mi menor, casi sin esfuerzo, y deja las notas sonar… Es, en fin, otra canción de desamor, de despedidas, algo quizá inevitable en un grupo de veinteañeros que, como queda claro en las citadas notas, diez años después se visualizaban en retrospectiva como una pandilla de músicos con ganas de escribir hermosas canciones de pop y desamor, con confianza, despreocupación y ambición inocente. Lo que viene siendo, en definitiva, un primer grupo, con todos esos ingredientes alineados para crear de la nada canciones que tienen una espontaneidad y frescura que después serían por supuesto irrepetibles.

Continúa esta segunda cara del disco con dos canciones brillantes de Richard Chase. La primera es la preciosa ‘Bring Back The Rain’, escrita según el autor explica en los comentarios de Youtube, una noche a las 3 de la mañana tras ser medicado por una infección y quedarse completamente colocado. ‘I’m Your Shadow’ es otra pieza de puro power pop, con riffs de guitarra de doce cuerdas y una magnífica melodía. Por su parte, Héctor Peñalosa aporta el tema final, una excelente canción titulada ‘Wise To Her Ways’ con cierto aire de pop psicodélico que parece apuntar hacia lo que años después serían sus muy interesantes discos en solitario: ‘Héctor’ (Cryptovision, 1988) y ‘Music For Cats’ (Bam Ba Lam, 1997).

Casi después de publicarse ‘Flying Color’, Richard Chase dejó el grupo por desavenencias y el guitarrista Chris Von Sneidern le sustituyó. A pesar de que el disco obtuvo buenas críticas y una cierta repercusión de público, la carrera del grupo no llegó mucho más allá, y el segundo disco que al parecer estuvieron preparando nunca vio la luz, de forma que la aventura de Flying Color se quedó en un precioso único disco, objeto de culto para amantes del pop de guitarras que tuviesen la suerte de haberlo encontrado. Uno de ellos fue Iñigo Munster, del sello español Munster Records, que ya en su fanzine ‘La Herencia de los Munster’ había contado sus excelencias, según él uno de los mejores LPs de pop de los ochenta. De manera que menos de diez años después de la publicación de ‘Flying Color’ (1996), Munster reeditó el disco -la única edición disponible en CD, por cierto- incluyendo tres interesantes canciones extra y excelentes notas y recuerdos de todos los componentes del grupo. Una edición que ayudó sin duda a que el disco no cayese totalmente en el olvido.

Los componentes originales de Flying Color se reunieron el pasado 3 de marzo de 2013 por primera vez en 25 años y tocaron juntos en un concierto para ayudar económicamente a su productor Tom Mallon, enfermo de cáncer. El único vídeo de esta actuación (y por ende el único vídeo de Flying Color en directo) les muestra en excelente forma, con sus armonías a tres voces intactas, y reviviendo esa excitación y brillo juvenil en los ojos que hace a este disco tan especial.

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Publicado por
Jaime Cristóbal
Tags: flying color