La película es la crónica naturalista, cassavetiana (’Una mujer bajo la influencia’) y hanekiana (ese final fuera de campo), de un proceso de desintegración, del derrumbe psicológico de una mujer provocado por las tensiones derivadas del choque cultural, la falta de planificación familiar, la ausencia de intimidad y la presión ambiental. El director nos muestra qué hay detrás de esos sucesos “monstruosos” que salpican de vez en cuando la actualidad, el contexto donde se fraguan esas tragedias que desafían los límites morales y racionales (la película está inspirada en un caso real).
Pero oculto tras ese tema principal se esconde el mayor aliciente de la película: el oscuro personaje del doctor (encarnado por Niels Arestrup, que repite duelo interpretativo con Rahim tras ‘Un profeta’). Toda la sutileza que le falta a la descripción de la convivencia del matrimonio protagonista la tiene el relato de la relación que mantiene la pareja con ese personaje.
¿Quién es ese doctor? ¿Un desinteresado benefactor que quiere lo mejor para su ahijado y la familia marroquí de éste? ¿Un sibilino chantajista que utiliza el dinero y las emociones como arma de presión? ¿Un hombre que tiene celos de la mujer del hombre al que ama? ¿Un ser solitario que busca una familia con quien vivir? ¿Quién es ese doctor? Un extraordinario personaje, de enorme riqueza dramática y simbólica, bajo cuya escrutadora mirada se desarrolla este contundente drama, narrado por medio de eficaces elipsis, pero algo tosco en su construcción (la redundante secuencia de la canción en el coche, la algo estereotipada caracterización del personaje del marido). Una película que, por medio de un caso extremo, pone en evidencia una oscura verdad: las luchas de poder y dominio que impregnan y condicionan las relaciones humanas. 7,5.