Si hay un cineasta en la actualidad al que hay que seguir muy de cerca, ese es sin duda Jeff Nichols. Después de sorprender con su estupendo debut, ‘Shotgun Stories’ (2007), y confirmar su talento con la brillante ‘Take Shelter’ (2011), el director de Arkansas (lugar donde están ambientadas sus películas) estrena su mejor trabajo hasta la fecha.
A través de los ojos de un chico de catorce años, hijo de la América más pobre pero rica en valores humanos, y de la relación que establece con un misterioso fugitivo que se esconde en una isla del Misisipi (un fantástico Matthew McConaughey), el director construye un conmovedor relato acerca de la orfandad, sobre el desamparo emocional que se siente cuando todas las certezas (el hogar, la relación de tus progenitores, el primer amor) amenazan con venirse abajo.
La casa fluvial donde vive el chico con sus padres le sirve al director como perfecta metáfora sobre un mundo a punto de ser arras(tr)ado por la corriente, una realidad construida sobre una base inestable donde los dos protagonistas luchan por mantenerse a flote. ¿Cuál es el cemento que puede apuntalar esos cimientos? El amor. El chico y el hombre colaboran juntos para arreglar un bote (salvavidas) como forma alegórica de acabar con esa falta de amor por donde hace aguas su existencia.
A pesar de algunos artificios de guión algo toscos (todo lo relacionado con las serpientes), ‘Mud’ avanza con el ímpetu, la solidez y la eficacia de las grandes narraciones clásicas. Una historia que es a la vez un relato de iniciación y de desaparición, de aprendizaje adolescente y de resignación adulta. Un thriller (rural) con aroma a western (moderno), situado en un territorio lleno de resonancias míticas (el río Misisipi), que termina con uno de esos finales contundentes y catárticos que hace que salgas del cine flotando a dos palmos del suelo. 8,9.