Arctic Monkeys / AM

Probablemente ni la mitad de nuestra redacción que elogió el debut de Arctic Monkeys ni la mitad que lo condenó en el primer artículo que nuestro medio de comunicación llegó a publicar (sí, una crítica desdoblada de ‘Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not’) pudo acertar que llegaríamos al quinto trabajo de la banda con tantas cosas interesantes que decir. En estos años Alex Turner ha sido capaz -tanto con su grupo principal como en solitario realizando bandas sonoras o junto a Miles Kane de The Last Shadow Puppets– de acentuar su sonido stoner, su capacidad crooner o su interés por el western. ‘AM’ es un nuevo y excitante paso adelante que vuelve a demostrar (y van…) que detrás de los autores de ‘I Bet You Look Good On The Dancefloor’ había mucho más talento e inquietudes de los que parecía.

Todas esas virtudes no las terminan de mostrar los singles de presentación del álbum, que han sido muchos y variados. Aunque es justo reconocer que ‘Do I Wanna Know‘ se ha convertido en un «sleeper» en las listas británicas (lleva 11 semanas en el top 40 como si fuera un hit de EDM) y que abriendo el álbum suena mejor que aparte, donde aún le pesan las comparaciones con otros temas de la discografía de Arctic Monkeys como el mismo ‘Crying Lightning’; aunque ‘Why’d You Only Call Me When You’re High?’ es una canción bien resuelta y muy bien defendida por su simpático vídeo; y aunque ‘R U Mine’ es considerada por productor y grupo como el punto de partida que ha dado lugar a todo lo demás; hay suficientes atractivos en ‘AM’ como para que el conjunto pese por encima de cada una de las piezas por su cuenta.

Divierte leer las declaraciones de Josh Homme de Queens of the Stone Age, que devuelve de nuevo un favor a Alex colaborando en un par de piezas de este disco (‘Knee Socks’ y ‘One for the Road’), cuando anticipaba que «este no era un álbum de música disco». Lo cierto es que en muchos sentidos sí lo es. Pero no en el modo en que sus fans puedan considerar este lanzamiento una horterada tamaño ‘Discothèque’ de U2 -que a mí me gustaba, pero no caló-, sino de manera que no tanta gente se dará cuenta de ello. Estoy seguro de que los falsetes que aparecen en los temas de Arctic Monkeys que les han dado sus mejores posiciones en las listas de singles en años no son las razones por las que el público se ha sentido de nuevo atraído hacia ellos. Y también de que la descarada y muy bailable ‘Knee Socks’ no será una canción fundamental en su repertorio futuro. Sin embargo, sí evidencian que la formación ha querido probar nuevas cosas y arriesgar.

Nadie debería salir corriendo por el hecho de que ahora digan que el hip hop es una influencia (especialmente Outkast y Aaliyah) y que este disco suena «como un ritmo de Dr Dre, pero con el peinado de Ike Turner». En ese sentido, este disco sería el resultado definitivo de una larga carrera de discos y colaboraciones junto a su productor, el fiel James Ford de Simian Mobile Disco, quien dice que esta vez, a diferencia de lo sucedido en discos anteriores, han utilizado teclados, cajas de ritmos y ordenadores, antes casi vetados. Y con ellos y todo, la clave del éxito de los últimos temas es que, a pesar de los cambios, han sabido mantener la esencia de la banda. De alguna manera, ‘AM’ suena como ese disco que probablemente los de Bono están buscando hacer con Danger Mouse después de que este interviniera en el éxito de Black Keys, pero que no les termina de salir. ¿No sería este sonido el que buscaban para ‘Get On Your Boots’ y aquella malograda colaboración con will.i.am en ‘I’ll Go Crazy If I Don’t Go Crazy Tonight’? ¿No será la falta de la decisión y concreción que sí aparece en este álbum la que les ha llevado a retrasar nuevamente su regreso para 2014?

‘AM’ parte definitivamente de los guiños soul para llevarlos tan allá como ‘Fireside’, con la guitarra de Bill Ryder-Jones y sobre todo sus fantásticos coros «shoo-bop, shoo-bop», o ‘Snap Out Of It’, pero todo ello sin renunciar a sus rasgos identificativos clásicos, que les llevan a entregar de vez en cuando temas como ‘Arabella’, más White Stripes; ‘Nº 1 Party Anthem’, que podía haber sido entonada por Amy Winehouse, y que por supuesto cierra la cara A del vinilo; o ‘Mad Sounds’, que no puede ser más homenaje a la Velvet Underground (como el título del disco, una respuesta a su recopilatorio de tomas alternativas de finales de los 60, ‘VU’). Seguro que a sus seguidores de siempre reconfortarán estas pistas, y también la inmediatísima ‘I Want It All’, pero la gracia está en esos caminos abiertos que nadie sabe adónde pueden llevar.

Como los de las letras de Alex Turner, siempre impredecibles y más pop que el Ford Cortina. El pobre está más obsesionado con el amor y su búsqueda que cuando era un joven lleno de acné, pero lo bueno es que sabe sacarle partido a sus debilidades, llenándolas de cómicas referencias a Barbarella (en ‘Arabella’), a canciones de los Rolling Stones (‘2000 Light Years From Home’ en ‘I Want it All’), de los Beatles (‘Helter Skelter’ en ‘Arabella’), a la clasificación de la liga de fútbol («the relegation zone» en ‘One for the Road’) o a juegos de cartas («Shake, rattle and roll» en la misma canción y de paso un clásico del blues). Frente a ellas, es inevitable pensar que está dando una lección a otro de los ídolos venerados por la sociedad británica, Noel Gallagher.

Como muestra de los recovecos del álbum, no hay nada mejor que su título. Además de la referencia a la Velvet y por extensión un reconocimiento de influencias a lo largo de los 60 y los 70, es por supuesto un acrónimo del nombre del grupo que nos recuerda que estamos ante un disco 100% Arctic Monkeys que no puede decepcionar. Además, es capaz de recaudar nuevos fans como todo álbum de desamor que se cierre repitiendo a saco el estribillo «I wanna be yours» y por lo tanto ideal para escuchar «after midnight» (otra posibilidad del título por las horas «AM»). Ahí están los mensajes de borracho de ‘Why’d You Only Call Me When You’re High?’ escritos a las tres de la madrugada… Dolor 100% soul.

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Publicado por
Sebas E. Alonso