Cerveró, conocido sobre todo por sus trabajos como director de videoclips para gente como Christina Rosenvinge o Klaus & Kinski, comienza el segundo párrafo diciendo que este es un «disco de amor a la tierra» y lo concluye indicando que «este es un disco, también, de amor», antes de hablar de cómo este álbum ha reunido a autores de diferentes generaciones y diversa procedencia y de la escena catalana durante los últimos años. Aparecen citados nombres como Extraperlo, Tarántula, Thelemáticos, Tu Madre o Za!, y colabora gente como Ana de La Bien Querida, Hidrogenesse, Fernando Alfaro y Sr Chinarro, pero este es, sobre todo, un disco de Crepus y David, artistas de personalidad intercambiable a pesar del pequeño salto generacional y por lo tanto perfecta para un proyecto conjunto del que llevamos oyendo hablar mucho, mucho tiempo.
Así, la base machacona de ‘Gironès’ mientras Joël canta sobre «las carpas de Girona para gente joven que no sabe lo que hacer» o cita a Loquillo, resulta «supercrepus», y aunque los centenares de miles de fans de Manel posiblemente nunca lleguen a este disco, sí es claro que aúna pasado y presente a la perfección (como cabría esperar de sus autores). Sin que se pierda nunca de vista el concepto, hay canciones más apegadas a la tradición, a Cataluña, a la cotidianeidad y al costumbrismo en general, que otras. La escapista ‘Baix Empordà’ es una de las más acertadas en su cita explícita, que resulta tremendamente evocadora; mientras musicalmente una de las más interesantes es ‘Alta Ribagorça’ con Vicente Leone, en la que se encuentran guitarras eléctricas, instrumentos de vientos sintetizados y una «botifarra traïdora». Con citas a Sant Jordi (‘Osona’) o frases más catalanas que las seis canciones que están cantadas en catalán (pienso en «tú ibas con la Montserrat» de ‘Solsonès’), Junco y Diamante forman un buen esqueleto conceptual con canciones que pueden funcionar también fuera de su contexto. Es el caso de ‘Alt Penedès’, en la que Ana de La Bien Querida declara su amor indistintamente a su pareja David Rodríguez y a Joe Crepúsculo. Por pegada podría haber estado en el disco de cualquiera de los tres implicados, pero en ninguno pegaría tanto como aquí.
Mención especial merecen los temas con colaboraciones de Fernando Alfaro e Hidrogenesse. Mientras Antonio Luque coescribe uno de los temas menos destacables debido a la toma lo-fi de su voz y a unos teclados que no terminan de sentarle bien, Hidrogenesse nos remiten a los minutos más histriónicos de ‘Un mystique determinado’ con un cierre lleno de tremendismo, ‘Vallès Occidental’, que se remonta a 1962. Por su parte, el líder del Chucho entona una de las letras más irónicas sobre una base reggae que encantaría a anti: ‘El cielo catalán’.
Aunque con momentos mejores y peores (‘Vall d’Aran’ entre los últimos, por ejemplo), el disco está lleno de detalles cuidados: la comarca más poblada, lógicamente ‘Barcelonès’, se ha quedado en un modernííísimo instrumental; las canciones, tituladas como 20 de las 40 comarcas que hay (con un par de concesiones), aparecen dispuestas en orden alfabético; y además un mapa en el libreto indica cuáles tienen ya tema dedicado y cuáles no (esto es un «volumen 1», recordad). El sello Canada, por el que curiosamente pasó fugazmente Joe Crepúsculo antes de cambiar por Mushroom, lo publica en un doble LP de edición limitada a 200 copias, además de en CD, y es curioso ver a Carlos Ballesteros al frente del diseño poco después de haber publicado en Austrohúngaro el EP de Alfacrepus. No les ha quedado un ‘Illinois‘, pero a falta de que Sufjan complete su proyecto de estados americanos (que anunció en broma), bien vale un ‘Alt Penedès’. Y ahora la pregunta: ¿una generación apenas interesada en el folclore a lo Lorena Álvarez o Lucas 15, sabrá apreciar esta rareza dentro y fuera de Cataluña?
Calificación: 7,2/10
Lo mejor: ‘Alt Penedés’, ‘El cielo catalán’, ‘Baix Empordà’
Te gustará si te gustan: básicamente los autores implicados por separado, más que Lorena Álvarez o Lucas 15
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