‘Vive cantando’, el barrio de Albaladejo

Apartados de la caricatura grotesca (y a menudo grosera) de ‘Aida’, el retrato de la barriada obrera y popular se ha convertido en una tendencia televisiva. En 2006, Ayaso y Sabroso dieron su visión en la estupenda ‘Mujeres’, que injustamente solo gozó de una única temporada; en 2011 fueron Corbacho y Juan Cruz, dominadores del terreno, los que atinaron bastante con los relatos en torno a los integrantes de un equipo de fútbol de barrio, sin lograr tampoco más continuidad que una segunda temporada. Tras ambos intentos frustrados de RTVE, Antena 3 se sube a ese carro con ‘Vive cantando’, una serie que arranca con la dirección de Miguel Albaladejo, una elección acertada teniendo en cuenta su filmografía.

El punto de partida es el de Luisa, una madre de dos niños divorciada que acude a buscar a su hermana Trini, que dejó su casa familiar persiguiendo su sueño de ser una cantante famosa que solo lo logra como vocalista de una orquesta de feria. Luisa se muere a causa de un cáncer y quiere tener cerca a Trini en sus últimos días, propiciando la vuelta de esta a su hogar paterno en el que permanecen rencores y la misma mediocridad de la que huyó. Es innegable que el cineasta alicantino, del que lo último que vimos fue la miniserie sobre Carmina Ordóñez que emitió Telecinco, sabe manejar las escenas cercanas en una tragicomedia de este corte, dejando que sus actores se luzcan con interpretaciones naturales y creíbles. Tal es el caso de María Castro (Trini), una actriz formada en el medio televisivo que demuestra su aptitud para este papel protagonista (pese a que tiende a pasarse de macarra en su papel de choni), y secundarios fantásticos como Manuel Galiana, Mariola Fuentes, Pilar Castro o Javier Cifrián, perfectos.

Sin embargo, parte del elenco protagonista patina precisamente en esa parcela. Roko, ganadora de un programa de talentos, evidencia que puede cantar, pero a duras penas actuar; José Luis García Pérez, cuyo carisma sigo sin encontrar pese a su imán para este tipo de papeles, interpreta el papel de un crápula dueño del karaoke del barrio, pero podría ser igualmente el afable panadero o el sórdido mecánico del taller, no notaríamos la diferencia; Gorka Otxoa, pese a tener ciertas dotes, permanece encasillado en el papel de «pagafantas», agravado aquí por una especie de candidez optimista que se hace totalmente insoportable. La coartada musical de la serie, por su parte, es meramente anecdótica, girando en torno al mencionado karaoke que reabre inesperadamente pero que, por el momento, se centra en «joyas» de Diego Torres y Gloria Estefan, desaprovechando el indudable encanto del potencial repertorio.

A esto se le suman unas subtramas paralelas absolutamente prescindibles y que, al más puro estilo ‘Los Serrano’, introducen al carácter forzadamente graciosete de turno o tienen como único objeto el de dar minutos a personajes adolescentes que hacen gracejo fácil del calentón hormonal y encuentran excusa en casi todo para mostrar sus torsos o su ropa interior. Sería deseable, sin duda, que el director que suceda a Albaladejo continúe con esa medida vena tierna que huye de la lágrima fácil, y con su humor tan cercano a la realidad pero, lamentablemente, se intuye que tras los dos potables primeros episodios dirigidos por el realizador de ‘Cachorro’ o ‘La primera noche de mi vida’, esa no será la vena a explotar para que los buenos datos de audiencia persistan.

Calificación: 5/10
Destacamos: las veraces interpretaciones de la mitad del elenco y las adecuadas localizaciones en Vallecas.
Te gustará si te gustaron: tanto ‘Pelotas’ como ‘Los Serrano’.
Predictor: el tono hiper realista irá dejando paso al humor grueso, en una especie de ‘Aida’ dramática para conservar buenos datos de share.

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Publicado por
Raúl Guillén