Bien es verdad que el cine español, aunque con cifras bastante decentes, este año no ha vivido su mejor momento. La gran esperanza Almodóvar, que estrenó en marzo ‘Los amantes pasajeros’, cosechó más críticas negativas que positivas. Claro que incluso de haber sido alabada por todos, seguramente tampoco habría sido seleccionada por la Academia para competir en los Oscar, ya que más de una vez esta institución, en un intento loable de hacer entender al mundo que hay vida en nuestra cinematografía más allá del manchego, ha ignorado casi todas sus películas desde que ‘Todo sobre mi madre’ compitiera y ganara en 1999.
¿Pero de verdad son los Oscar el mejor espacio para dar a descubrir los otros valores culturales de la marca España? ¿Nos tenemos que conformar con participar o queremos ganar? ¿No podríamos presumir ahora de tener más estatuillas si, por ejemplo, en lugar de mandar en 2003 ‘Los lunes al sol’ hubiésemos apostado por ‘Hable con ella’, que le valió a Pedro el Oscar al Mejor guión original y la nominación al Mejor director mientras que Fernando León de Aranoa se quedaba en casa? Seguramente sí, aunque la vida te da sorpresas y luego te encuentras con casos como ‘Volver‘, que en 2007 fue la elegida por la Academia pero no llegó a ser nominada por mucho que Penélope sí lograra competir en la categoría de Mejor actriz principal. Los caminos del Oscar (y los tejemanejes de su trastienda) son inescrutables.
En cualquier caso, queda claro que a Almodóvar no le hace falta una estatuilla dorada para estrenar en mercados internacionales, así que esto de elegirle siempre que estrene película sería injusto para los demás y hasta cierto punto, egoísta por parte de España. ¿Qué nos queda entonces? Para empezar, apostar por la cultura y dejarnos de subvenciones a los amigos. Resulta curioso que varias películas que han estado en las quinielas los últimos años como ‘El laberinto del fauno’, o incluso ganado como ‘El secreto de sus ojos’, fueran co-producciones que le dieron la gloria a países como Argentina o México pero que de haber conseguido más dinero en nuestro país podríamos considerar del todo nuestras del mismo modo que Francia considera suya ‘El discreto encanto de la burguesía’ de Luis Buñuel, ya que por muy español que fuera su director, ellos pusieron la pasta.
Esto también es aplicable al tiempo que tardan algunas producciones en reunir el dinero para poder rodar. La ‘Blancanieves‘ de Pablo Berger era un proyecto que se llevaba intentando levantar desde hace años, y de haberse podido terminar antes igual también podría contar con un Oscar en lugar de parecer la respuesta española al éxito de ‘The Artist‘, que lo ganó todo un año antes de que la Academia eligiera esta película muda como la ideal para competir en la última edición. Otras veces, directamente, pecamos de copiotas, y por eso títulos como ‘El Orfanato’ no consiguieron la atención debida. Y mención especial merecen las películas españolas que no son de «habla no inglesa» y por tanto no pueden competir, como ‘Lo imposible’, ‘Buried’ o ‘Los otros’.
Dejamos para el final un género del que siempre nos quejamos y que, por lo que se ve, tampoco gusta mucho fuera de nuestras fronteras. Nos referimos a la Guerra Civil Española y su postguerra, que no vende tanto como otros conflictos como la Segunda Guerra Mundial quizás porque los estadounidenses no nos salvaron de nada. ¿Será la temática la culpable de que títulos de gran calidad como ‘Pa negre’ o ‘Los girasoles ciegos’ no gustaran a la academia norteamericana? Lo más prudente es pensar que no, ya que entonces ‘Belle Epoque’ no habría logrado premio y ‘Secretos del Corazón’ no habría sido nominada.
De todas formas este año ninguna de las películas preseleccionadas tenía este supuesto handicap de jugar con nuestra historia, ya que ‘Quince años y un día‘, ‘La gran familia española‘, ‘Caníbal’ y ‘Alacrán enamorado‘ transcurren en tiempo actual. Ese no es su problema, sino que aunque buenas, ninguna de ellas (todavía no hemos visto ‘Caníbal’) roza el sobresaliente o el notable alto.
La de Gracia Querejeta, que ha sido la seleccionada, de hecho se queda en un aprobado raspado. ¿Y dónde quedan las posibilidades en América de una película que, de tan realista y espejo de la sociedad española que quiere ser, se queda irremediablemente encerrada dentro de nuestras fronteras? Nos alegramos por el equipo, desde luego, pero mucho nos tememos que en febrero, si no antes, volveremos a soltar eso de «otro año será».